El robo de libros se trasladó a Internet

Ya no existen más esos ladrones de libros que en plena calle Corrientes se robaban un libro de algún autor antisistema. Los libros de Jacques Derridá ahora son víctimas de bandas que roban a pedido

Todo ha cambiado ahora; el robo de libros se alejó bastante de la rebeldía y terminó por acercarse en sus formas al "crimen organizado", para fomentar la gran oferta en parques y plazas, pero sobre todo en las páginas de la estrella de este siglo: Internet.

De una u otra manera, el robo de libros no perdió su intensidad en estos años y sigue siendo el problema de las librerías. Foucault, Borges, Galeano, Cortázar y Bolaño -ladrón confeso-, entre varios de la elite literaria. También los best sellers Dan Brown, Paulo Coelho y cualquier cosa que supere los 50 pesos. Todo desaparece. Todo se roba. (Casi) todo se revende.

"Dejá 15 minutos ’Vigilar y castigar’, de Foucault, a la vista y no lo viste más", dice Matías, vendedor en una de las librerías de la avenida Callao, como ejemplo del extraño fervor por "llevarse" la obra del gran filósofo francés ("el más robado de la historia"). "Foucault, como muchos otros, son los más buscados por los lectores y, como consecuencia, por los ladrones, así que nosotros preferimos tenerlos bajo llave", explica el empleado de una librería de Corrientes, y detalla: "Con seguridad y todo, roban mucho. No es tanto en los números finales, pero es más de lo que parece". Según los números de esa misma librería hay un libro robado por cada 99 vendidos. Pero otras, confiesan off the record, han tenido hasta un 25% de error en los cierres. Igual, no existen cifras oficiales: en la Cámara Argentina del Libro carecen de datos al respecto.

Robos hay de todo tipo: aleatorios y apurados, eruditos (como ejemplo, un librero no sabe explicar cómo alguien se llevó la obra completa de Borges de una vez), a pedido del cliente y en equipo: "Viene uno, lo marca y le saca la alarma y otro se lo lleva", detalla Eduardo, otro vendedor. En verano, pero sobre todo en invierno. "Cuanta más ropa llevan puesta, más bolsillos y lugar tienen para esconderlos. Hay situaciones insólitas también. Por ejemplo, una chica una vez entró con un sobretodo en verano, era obvio que vino a robar, así que la enganchamos con ocho libros en la parte de adentro del abrigo", ríe Sebastián, de Losada. "Aunque los ladrones son generalmente amables. Piden disculpas, devuelven el botín y prometen no volver", cuenta Nahuel.

Ricardo, veterano vendedor de la avenida Corrientes, dice que también se roba a las distribuidoras. "Mucho va a parar a Internet", dice. Es cierto que en la Web los libros ofrecidos como nuevos están un 50% menos que en las librerías, aunque es incomprobable su origen. Ricardo se opone a la idea romántica. "Ese ladrón no existió nunca, jamás, a pesar de que varios intelectuales lo hayan hecho. Es cagarse en nuestro trabajo", se enoja. Matías piensa lo contrario. "Existe. Pero si los libros fueran más baratos, si el acceso a la cultura fuera más fácil cambiarían muchas cosas", cree, y ríe con su conclusión: "Claro, eso no le importa a nadie. Por eso roban Foucault".

Aunque quizá sea tan simple como creía el chileno Bolaño: "Lo bueno de robar libros (y no cajas fuertes) es que uno puede examinar con detenimiento su contenido antes de perpetrar el delito".(CLARÍN)