INTERNACIONAL

Premio Nobel de Economía criticó los ajustes de Estados Unidos y Europa

El economista y periodista Paul Krugman, en un artículo del diario El País, sostiene que la “elite política se obsesionó con los déficits a corto plazo y empeoró el verdadero problema: una economía deprimida y un desempleo masivo”.

El profesor de Economía de la Universidad de Princeton, mayormente conocido por sus críticas a la administración del ex presidente George W. Bush, lamentó que la clase política estadounidense y europea se haya centrado en 2010 y 2011 solo en atajar los déficits a corto plazo. Y remarcó que por actuar de acuerdo con esa creencia antikeynesiana, terminaron dándole la razón a Keynes una vez más.

Recordemos que el interés de John Maynard Keynes fue lograr dotar a las instituciones de poder para controlar la economía en las épocas de recesión o crisis. Y en 1937, declaró: "La expansión, no la recesión, es el momento idóneo para la austeridad fiscal", cuando Franklin Delano Roosevelt estaba a punto de darle la razón, al intentar equilibrar el presupuesto demasiado pronto y sumir la economía estadounidense, que había ido recuperándose a ritmo constante hasta ese momento, en una profunda recesión.

Recortar el gasto público cuando la economía está deprimida deprime la economía todavía más; la austeridad debe esperar hasta que se haya puesto en marcha una fuerte recuperación.

A pesar de chocar con la opinión general, el Premio Nobel de economía continúa reivindicando la economía keynesiana. Sostiene que “Washington, en concreto, la mayoría considera que el fracaso del paquete de estímulos del presidente Barack Obama para impulsar el empleo ha demostrado que el gasto público no puede crear puestos de trabajo. Pero aquellos de nosotros que hicimos cálculos, nos percatamos, ya desde el primer momento, de que la Ley de Recuperación y Reinversión de 2009 (más de un tercio de la cual, por cierto, adquirió la relativamente ineficaz forma de recortes de impuestos) se quedaba demasiado corta teniendo en cuenta la gravedad de la recesión. Y también predijimos la violenta reacción política a la que dio lugar”.

Esto indica que la prueba para la economía keynesiana no fue originada de los flojos esfuerzos del Gobierno estadounidense para estimular la economía, que en gran parte, se vieron contrarrestados por los recortes a escala local y estatal. Según Krugman, la provinieron de naciones europeas como Grecia e irlanda que se vieron obligadas a imponer una austeridad fiscal atroz como condición para recibir préstamos de emergencias, y sufrieron recesiones económicas equiparables a la Depresión, con un descenso del PIB real en ambos países de mas del 10%.

Según la ideología que domina gran parte de la retórica política estadounidense esto no debería suceder. En marzo de 2011, el personal republicano del Comité Económico Conjunto del Congreso publicó un informe titulado Gasta menos, debe menos, desarrolla la economía. “El informe implicaba una burla a las preocupaciones de que un recorte del gasto en tiempos de una recesión empeoraría la recesión, y sostenían que los recortes del gasto mejorarían la confianza del consumidor y de las empresas, y que ello podría perfectamente inducir un crecimiento más rápido, en vez de ralentizarlo”, escribió el economista. Al tiempo que agregó que “los supuestos ejemplos históricos de "austeridad expansionista" que empleaban para justificar su razonamiento ya habían sido rigurosamente desacreditados”.

En rigor, el neokeynesiano argumentó que la insistencia en recortar inmediatamente el gasto siguió dominando el panorama político, con efectos malignos para la economía estadounidense. “Es verdad que no hubo ninguna medida de austeridad nueva digna de mención a escala federal, pero sí hubo mucha austeridad "pasiva" a medida que el estímulo de Obama fue perdiendo fuerza y los Gobiernos estatales y locales con problemas de liquidez siguieron con los recortes”.

En consonancia con las políticas llevadas a cabo por los países latinoamericanos, argumentó que, “Grecia e Irlanda no tenían elección en cuanto a imponer la austeridad, o, en cualquier caso, ninguna opción aparte de suspender los pagos de su deuda y abandonar el euro. Pero otra lección que nos ha enseñado 2011 es que Estados Unidos tenía y sigue teniendo elección; puede que Washington esté obsesionado con el déficit, pero los mercados financieros están, en todo caso, indicándonos que deberíamos endeudarnos más”.

Una vez más, se suponía que esto no debía pasar. El 2011 se inició con advertencias funestas sobre una crisis de la deuda al estilo griego que se produciría en cuanto la Reserva Federal dejara de comprar bonos, o las agencias de calificación pusieran fin a la categoría de Triple A, o el superfabuloso comité no consiguiera alcanzar un acuerdo, o algo. Pero la Reserva Federal finalizó su programa de adquisición de bonos en junio; Standard & Poor’s rebajó a Estados Unidos en agosto; el supercomité alcanzó un punto muerto en noviembre; y los costos de los préstamos de Estados Unidos no pararon de disminuir. De hecho, a estas alturas, los bonos estadounidenses protegidos de la inflación pagan un interés negativo. Los inversores están dispuestos a pagar a Estados Unidos para que les guarde su dinero.

Krugman, concluye diciendo que 2011 fue un año en el que la “elite política se obsesionó con los déficits a corto plazo, que de hecho no son un problema y, de paso, empeoró el verdadero problema: una economía deprimida y un desempleo masivo”.

Fuente: Info News