A siete años del corralito financiero de Cavallo y De la Rúa
Se cumplen hoy siete años desde la puesta en marcha, por parte del entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, de las medidas que luego se conocerían como "corralito financiero", esquema que en pocas semanas iba a generar una fuerte protesta popular y acabaría con el gobierno de la Alianza, que encabezaba el presidente Fernando de la Rúa.
El lunes 3 de diciembre comenzaron a regir el decreto 1570�1 y el comunicado 42.059 del Banco Central, emitidos 48 horas antes, tras el agudo proceso de fuga de capitales que redujo las reservas monetarias internacionales a 19.600 millones de dólares.
En un intento por frenar la corrida, el BCRA estableció "un nuevo marco para el desenvolvimiento de las entidades financieras, a fin de consolidar su posición y posibilitar el normal desarrollo de las actividades económicas".
Las restricciones se anunciaban con un carácter "transitorio" y de expansión de la bancarización, ya que su validez se imaginaba por un lapso no superior a tres meses, hasta la finalización de la fase externa del canje de deuda pública que se hallaba en curso. El proceso había comenzado en noviembre, y a mediados de ese mes Cavallo fracasó en sus gestiones para obtener el respaldo del Fondo Monetario Internacional.
Según establecía la circular del Central, "las extracciones de fondos en efectivo podrán efectuarse por importes que en cada semana no superen 250 pesos o dólares, por titular o por titulares que actúen en forma conjunta o indistinta de la totalidad de las cuentas en cada entidad".
Se permitía además, para posibilitar el uso pleno de los fondos depositados en las entidades financieras, "efectuar transferencias electrónicas en forma gratuita hacia otras cuentas en la misma u otras entidades y a favor de igual titular o de otras personas, a través de las redes de cajeros automáticos y otros mecanismos alternativos que se establezcan".
También se autorizaba el pago de consumos o gastos mediante el uso de tarjetas de débito, libramiento de cheques, débitos automáticos, y los resultantes de saldos de tarjetas de crédito.
LOS ARGUMENTOS DE MINGO. Cavallo justificaba las medidas en conferencia de prensa el 1 de diciembre, bajo el argumento de que era "muy probable que en estos próximos 90 días estemos sometidos a nuevos ataques especulativos".
"Si permitíamos que la gente retirara grandes cantidades de dinero en efectivo habría una desestabilización del sistema financiero y se pondrían en peligro los ahorros de todos", decía en aquel momento el ministro.
Luego Cavallo, en una conferencia d prensa brindada en el Microcine del Palacio de Hacienda, en que la restricción para los retiros en efectivo del sistema bancario era "beneficiosa para todos los ahorristas", y le convenía a los consumidores porque "se les devuelve el 5% del IVA por las transacciones efectuadas con tarjetas de débito".
"Esta limitación de 250 pesos no genera problemas en las pequeñas ciudades del interior, porque los sueldos son inferiores" a esa suma, y por eso "la gente humilde no va a tener problemas, y va a poder seguir manejándose en efectivo", consideraba Cavallo.
Las medidas de control de cambio y retiros de depósitos encontraron más detractores que defensores, tanto en el plano local como en el internacional, aunque recibieron por entonces el elogio del subsecretario del Tesoro de los Estados Unidos, John Taylor.
Once días después de entrar en vigencia el "corralito", el 14 de diciembre, comenzaron los primeros saqueos en supermercados de la ciudad santafesina de Rosario, fenómeno que se repetiría el 18 en Capital Federal, el conurbano bonaerense, Santa Fe, Entre Ríos, San Juan, Santiago del Estero y Mendoza.
El 19 y 20 de diciembre el conflicto social se desplegaba sin contención, y la represión policial, amparada en el estado de sitio decretado por De la Rúa, causó decenas de muertos y centenares de heridos.
El presidente radical finalmente renuncia y deja la Casa Rosada a bordo de un helicóptero, en medio de masivos cacerolazos. Luego vendrían el default de la deuda pública y el fin de la convertibilidad -más cinco presidentes en el plazo de algo más de dos semanas-, mientras el corralito, convertido luego en corralón, tardaría años en desmontarse.(CRITICA DIGITAL)