PRESION TRIBUTARIA
Cada argentino pagó cinco mil pesos al fisco
La recaudación tributaria del año 2007 cerró con una expansión del 33 por ciento respecto a 2006, alcanzando una cifra equivalente a los $200.000 millones de pesos.
En términos absolutos esto equivale a $50.000 millones adicionales a los ingresados en las arcas públicas el año precedente o expresado en variables per cápita, este monto significa que cada argentino le pagó al fisco $5.100 en el 2007.
Una mirada sobre la estructura tributaria vemos que el IVA y Ganancias que representan el 50 por ciento de la recaudación crecieron un 33 por ciento y 27 por ciento en forma respectiva el último año.
Por su parte, los derechos de exportaciones se expandieron un 39 por ciento en tanto que los recursos provenientes de la Seguridad Social evidenciaron una suba del 50 por ciento ascendiendo a $35.330 millones.
La expansión recaudatoria fue impulsada por el crecimiento de la actividad económica, la inflación, la reforma previsional y el aumento de las retenciones conjuntamente con los precios excepcionales que registran hoy las materias primas.
Seguramente, esta tendencia perdurará el año en curso, lo que combinado con una reducción en la tasa de crecimiento del gasto, permitirá alcanzar la meta de superávit primario del orden del 3.6 por ciento del producto.
Cabe señalar, que sólo por el aumento de las retenciones al agro, la minería y los hidrocarburos dispuesto por el gobierno a finales de 2007 ingresarán al erario $10.000 millones este año.
Sin embargo, este fenomenal éxito recaudatorio viene de la mano de una mayor presión fiscal medida a través del ratio Recaudación Tributaria / PBI. Para el año 2007, esta cifra trepó -considerando sólo los impuestos nacionales- al 25 por ciento. Si se adhieren en esta medición a los tributos subnacionales la cifra alcanza el 31 por ciento.
Asimismo, si se tiene en cuenta que el pago de impuestos se limita sólo a un grupo de contribuyentes -los formales-, la presión impositiva nacional asciende al 34 por ciento.
Respecto al 2006, la presión fiscal de los impuestos nacionales creció un 8,7 por ciento pasando del 23 por ciento a 25 por ciento y desde 2001 la misma aumentó más de un 47 por ciento (del 17% al 25%).
Para el presente año, se proyecta que seguirá en ascenso -se espera que la recaudación se incremente alrededor del 30 por ciento-, pudiendo ubicarse la presión impositiva nacional en torno al 27 por ciento.
Además, debe tenerse en cuenta la importancia que los impuestos distorsivos tienen en el resultado fiscal.
Así, las retenciones y el impuesto al cheque sumaron el año pasado $35.000 millones, superando en $10.000 millones al superávit primario es decir, un 40 por ciento más que este excedente cuando en el 2005 lo superó en un 11 por ciento y en el 2006 en el 14 por ciento.
Por otro lado, una comparación con los países de la región arroja que la presión impositiva para Argentina se ubica por encima a la de Chile (19.7%) pero por debajo de la de Brasil (34.2%).
Pero sin dudas, lo más preocupante en este tema es que a pesar de la considerable masa de recursos que los habitantes dejamos en manos del gobierno, muy poco es lo que se recibe a cambio.
Sólo basta ver la baja calidad de los servicios brindados por el estado en materia de educación, infraestructura, salud, seguridad y previsión social que muestra claramente la ausencia de una política disciplinada, eficiente y transparente en la gestión de los recursos públicos. Trabajar en este aspecto se erige inexorablemente como uno de los principales desafíos de la política económica.
Como si esto fuera poco, tampoco se utilizan los ingresos para constituir un fondo anticíclico que permita contrarrestar situaciones de desequilibrios que se pudieran presentar en el futuro sino que por el contrario, el gasto se expandió a un ritmo del 50 por ciento interanual el año pasado tomando un fuerte protagonismo los subsidios, los aumentos salariales y las prestaciones de seguridad social.
Matando la gallina de los huevos de oro
Al margen de la importancia que tiene el récord recaudatorio en el fortalecimiento de las cuentas públicas -pilar del modelo actual- cabe remarcar que la exacción impositiva no debe obstaculizar la inversión y los emprendimientos privados, que son la base del crecimiento y la generación de empleo de una economía.
Pero evidentemente nada de eso importa en este momento: aumentar las alícuotas de los derechos de exportación, no ajustar por inflación el impuesto a las ganancias y prolongar la vigencia del impuesto a los débitos y créditos bancarios es la política de la administración actual, que desestimula la inversión y que no genera incentivos al cumplimiento, alimentando la expansión del ya elevado sector informal.
En este contexto, y a modo de conclusión caben citar las palabras de Ludwig Von Mises respecto a la intervención fiscal presentadas en su obra La Acción Humana: "Cuanto mayor resulta la presión tributaria más fácilmente cabe desbaratar la economía de mercado y, consecuentemente, el propio sistema impositivo. El mantenimiento de la propiedad privada y las confiscatorias medidas fiscales resultan incompatibles. Cualquier impuesto concreto -de igual manera que todo el sistema fiscal de un país - se autodestruye en cuanto rebasa ciertos límites." (AGRODIARIO)