IVA Y ALQUILER, UNA MEZCLA EXPLOSIVA
Cada vez más librerías están al borde de la desaparición
La escalada de los precios de los alquileres está empujando a las librerías –grandes y chicas– a desaparecer de las calles y los shoppings porteños. En el sector ya estiman que de acá a un año habrá menos librerías y más chicas.
La luz de alerta la encendió Ernesto Skidelsky, propietario de las librerías Capítulo Dos, que a mediados de este mes dejará su local en el shopping Alto Palermo.
“La tierra que toma la denominación de metros cuadrados cuando hablamos de locales comerciales se vuelve tan cara que se torna imposible de sostener para quien vende solamente libros”, escribió en una carta abierta que se multiplicó en cientos de e-mails y blogs que pululan por la internet.
No existen cifras oficiales de la cantidad de librerías que desaparecen pero fuentes del sector confirman la tendencia. Pero algunos ejemplos del mal momento que atraviesa este sector se puede graficar en los siguientes casos: una clásica librería de Reconquista y Corrientes convertida en un local de ropa; el local de Cúspide en Galerías Pacífico que hace seis meses dejó su lugar a la marca Etiqueta Negra y espera su reubicación; Yenny dejará su local de 700 metros cuadrados en Patio Bullrich para pasar a uno más chico; y otras dos librerías ubicadas en el Alto Palermo que también reducirán su espacio. “Un shopping que sólo vende ropa y electrodomésticos no cuida su mix de locales y empobrece su propuesta”, opina Skidelsky.
En el negocio de los libros, el espacio de exposición es vital. “Para vender un libro, hay que mostrarlo. Un buen surtido significa más de 4.000 títulos”, explica Gustavo Canevaro, vicepresidente de la Cámara Argentina del Libro (CAL), que también advierte sobre la desaparición de librerías independientes.
En la Argentina se editan cerca de 20.000 libros por año. “Cada vez hay más libros y menos espacio para exhibirlos”, resume Skidelsky. Además, un espacio reducido no deja lugar para eventos, presentaciones y lecturas.
Complicación impositiva
Pero el de los alquileres caros no es el único problema que deben soportar los libreros. Otra desventaja es su imposibilidad de descargar el IVA en los libros, exentos del pago de ese impuesto. “El libro no paga IVA, pero los libreros sí”, señala Oscar Di Santo, presidente de Libreros de la República Argentina (LIRA).
El negocio de los libros, entonces, comienza a concentrarse en las grandes cadenas (Cúspide y Yenny-El Ateneo), en los locales que amplían su oferta con otros productos además de libros y en la venta de títulos por Internet.
Sin embargo, dejan afuera a un segmento de compradores que aprecian entrar a una librería que se ocupe sólo de libros y que sea atendida por libreros de profesión. “Para quienes creemos que las librerías independientes cumplen el rol de fortalecer la bibliodiversidad, esta concentración en pocas cadenas, que se proyecta más robusta, no hace más que entristecernos”, destaca Skidelsky.
Por su volumen de venta, las cadenas tienen mayores márgenes que les permiten afrontan mayores costos o absorber pérdidas en algunos locales que consideran estratégicos para sostener su participación en el mercado.
Pero el fenómeno del cierre de librerías no es sólo porteño y se repite también en ciudades como Nueva York, Madrid y México DF. Y también en el interior del país. “Hay menos librerías pero la demanda de libros existe. Por eso, en muchas provincias, hay locales de otros rubros que agregan un sector de libros y encuentran buena repercusión. Desde LIRA estamos capacitando a esos propietarios en el oficio de librero”, cuenta Di Santo, dueño de dos librerías Biblos en la provincia de Santa Fe. (EL CRONISTA)
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