CURSO DE INGRESO
Cambian su vida para entrar a la universidad
Descubrir un mundo nuevo, sortear obstáculos hasta entonces desconocidos, rodeados por personas que nunca antes habían visto. Eso es a lo que se enfrentan muchos de los adolescentes que egresan de la secundaria y que eligen como destino la Universidad.
Sin importar el sexo, de dónde sean, o qué edad tengan, todos los estudiantes tienen los mismos miedos a la hora de empezar una carrera de nivel superior.
Paula González es de Tafí Viejo, Gisela García, de Ushuaia; y Florencia Mansilla, de Catamarca. Las tres están concurriendo al curso de ingreso en la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología de la Universidad Nacional de Tucumán. Desde que pisaron por primera vez el aula, las tres comparten apuntes y horas de estudio.
“Los profesores a veces abordan temas y los pasan rápido porque dan por hecho que ya los sabemos, y no siempre es así”, contó Paula. Ella no toma clases en un profesor particular para reforzar sus conocimientos y admitió que en realidad a lo que más miedo le tiene es al exámen de ingreso. “Sé que no es fácil entrar a esta facultad. Pero creo que con mucho esfuerzo y estudiando a diario voy a poder lograrlo”, aclaró la joven, que quiere estudiar ingeniería industrial.
Las estudiantes contaron que ahora, además de ir a las clases todas las mañanas, aprovechan las tardes para estudiar desde la siesta hasta la noche.
Aunque las tres amigas están muy emocionadas por empezar la universidad, no dudaron en afirmar que lo que más extrañan es el tiempo libre. “No sólo nos tenemos que olvidar de salir los fines de semana. También somos conscientes de que hasta fin de año no vamos a dejar de estudiar porque el 17 de marzo empezamos las clases”, se lamentó Gisela, que quiere ser licenciada en Matemáticas.
Además de jóvenes tucumanos, a la UNT asisten miles de estudiantes de otras provincias del país. Para ellos, empezar una carrera no sólo implica multiplicar las horas de estudio.
Muchos también deben adaptarse a un nuevo hogar en una provincia diferente, sin sus familias. Ese es el caso de Gustavo Gómez, de 18 años, oriundo de Jujuy, que asiste al repaso del ciclo de iniciación universitaria que se dicta en la Facultad de Medicina de la UNT. “Empecé a estudiar para el ingreso en mayo del año pasado. Por eso estoy muy entusiasmado con la idea de ingresar a Medicina y tengo miedo de no entrar porque sólo hay 240 vacantes”, contó.
Gustavo dijo que extraña a su familia porque nunca había vivido lejos de ellos. “Ahora estoy viviendo en una pensión con mi primo y eso implica asumir muchas más responsabilidades”, afirmó. Algo similar les sucede a los jóvenes del interior de la provincia que se mudan a la capital para poder cursar estudios universitarios.
Rodrigo Alio, Facundo Flores y Eric Bayona tienen 18 años, son de Aguilares y van juntos a las clases del curso de ingreso en la Facultad de Ciencias Exactas, pero no viven juntos. “Aunque ahora debo hacerme cargo de muchas cosas que antes no me correspondían, vivir sin mi familia no es lo más difícil. Lo que más me preocupa es el exámen de ingreso porque, por más que en las clases repasamos lo que vimos en la secundaria, no conocemos todos los temas y eso asusta”, contó Eric. (LA GACETA)