PYMES
Claves para diagramar un protocolo familiar
En los últimos años, viene difundiéndose entre los empresarios Pyme un instrumento novedoso del que poco informa la literatura jurídica: el protocolo familiar.
Un protocolo equivale a una constitución familiar, un instrumento donde se fijan las grandes líneas políticas a través de las cuales se va a manejar la empresa, no sólo en el presente, sino, en la medida de lo posible, también en el largo plazo.
En este estatuto se establecen las pautas para el ingreso o no de los parientes políticos, para la admisión de los descendientes dentro de la empresa, los criterios de promoción o la profesionalización de la empresa, y su reserva como fuente de capital para los miembros de la familia.
Así como, históricamente, el protocolo era la solución que proponía un consultor frente a una crisis de relación entre los fundadores de una empresa -o entre éstos y sus hijos, o entre los sucesores entre sí-, a partir de la vulgarización del nombre "protocolo", empezó a ocurrir algo típico de nuestra cultura latina: situar el carro antes que el caballo.
Esto significa que, en algunos casos, el empresario concurre a la consulta a solicitar un protocolo sin saber muy bien de qué se trata y, fundamentalmente, sin conocer para qué le sirve. Es una forma más de no comprometerse, creyendo que, de esa manera, igual se avanza.
Sin duda, dedicarse a la lectura de un instrumento complejo, confeccionado como un calco de otros instrumentos legales, es más apacible que comprometerse con acciones concretas que llevan a la posibilidad de cambio, tales como:
Bucear en los vínculos familiares.
Confeccionar un genograma para identificar las grandes tendencias de una familia que, si no son advertidas a tiempo, tienden a repetirse en las siguientes generaciones.
Analizar la manera de relacionarse en la empresa para prevenir conflictos.
Pensar la visión de la empresa para el largo plazo.
Establecer las estructuras adecuadas para que el sueño del fundador pueda mantenerse a lo largo de las generaciones.
Encarar todas estas cuestiones implica movilizar estructuras que, quizás, se fueron consolidando a lo largo del tiempo sin una clara conciencia del camino que se recorría. Para algunos, enfrentar la idea de hacer un protocolo puede ser tan costoso desde lo espiritual que prefieren postergarlo indefinidamente.
Quizás, la manera de compatibilizar esos razonables temores con la necesidad de encuadrar debidamente la empresa con vistas al futuro consista en no imaginar al protocolo como un instrumento único, que deba ser "jurado" en la primera celebración familiar. Sino, como un proyecto a largo plazo, que se va construyendo mientras la vida pasa.
Lo importante es tomar la decisión acerca de la necesidad del protocolo y empezar a recorrer el camino de su construcción. Los puntos que, si o si, tienen que estar en el Protocolo Familiar son:
1-Decisión con respecto si los parientes políticos entran o no a la empresa
2- Pautas para la elección del líder.
3- Cuál es la preparación aceptable para trabajar o dirigir la empresa.
4- Mecanismos de resolución de conflictos.
5- Mecanismos de participación de la familia en las discusiones trascendentales.
6- Criterios a aplicar en caso de incapacidad o fallecimiento de un miembro de la empresa.
7- Pautas para el retiro.
8- Pautas para representación de cada linaje familiar.
* Por Leonardo J. Glikin
Abogado consultor en Planificación Personal.
Especial para NEGOCIOS Y PYMES.