POR DR. RODOLFO SENDEROWICZ
¿Cómo prevenir el acoso laboral?
Día tras día, millones de personas en el mundo se levantan para ir a sus trabajos pero lo hacen con desgano, gradualmente se van desanimando y tarde o temprano enferman. Algunos renuncian a ese trabajo que al principio solían apreciar y otros siguen soportándolo estoicamente, mientras buscan alguna forma de salir de allí.
¿Que tienen en común todas estas personas?
Son víctimas, en su lugar de trabajo, de alguna de las diversas caras del acoso laboral. Por tal, se entiende el ataque repetitivo a lo largo del tiempo a la dignidad, integridad y competencia de un trabajador por parte de sus superiores, compañeros o subalternos.
Los profesionales en ciencias económicas, tanto aquellos que trabajan en relación de dependencia como los que lo hacen independientemente en el hoy marcadamente proletarizado ejercicio de la profesión, pueden llegar a ser, en algún momento de sus vidas laborales, víctimas de éste maltrato.
El psiquiatra sueco H. Leymann, ya en los ’80 había iniciado la investigación sobre el tema del abuso emocional en el ámbito laboral describiéndolo como “el terror psicológico ejercido mediante una comunicación hostil y carente de ética, dirigido en forma sistemática por uno o varios individuos hacia una persona”.
Leymann llegó a identificar cerca de 45 formas típicas de acoso laboral, tales como ocultamiento de información, aislamiento, difamación, crítica permanente, ridiculización, reproches públicos y airados, difusión de rumores infundados, etcétera. Las consecuencias, en la persona afectada, se manifiestan a través de síntomas físicos y mentales que tarde o temprano lo llevan a la enfermedad.
En 1998, la Organización Mundial del Trabajo, en su publicación “Violencia en el Trabajo”, ya menciona este fenómeno y lo incluye junto a otros más tradicionales tales como la violencia física.
El acoso laboral afecta tanto el bienestar psíquico como la salud física de la persona y dependiendo de su resiliencia y la frecuencia, características y duración del maltrato, su organismo se manifestará física y psíquicamente de diversas formas.
La violencia es el último recurso del incompetente. (Isaac Asimov)
Las consecuencias, como podrá imaginarse el lector, no son sólo para la persona afectada. Su familia, círculo social y empresas donde se ejerce este tipo de maltrato son también afectados directamente. Se resienten las relaciones personales y cae el rendimiento laboral al desviar la energía de los asuntos importantes a otros temas. Irónicamente, la victima del maltrato es generalmente acusada de generar su propio padecimiento.
¿Cómo y por qué?
Generalmente, todo comienza con un conflicto disparado por cualquier causa. La persona ve dificultada la resolución del mismo y el problema se va complicando hasta un punto de no retorno. Un tema solucionable con un poco de criterio y buena voluntad se transforma así en una disputa sobre quién tiene razón y quién no. La búsqueda de un chivo expiatorio es un lugar común. Miedos, celos e intereses comienzan a entrar en escena y el “comportamiento de grupo” entra a jugar.
Podríamos preguntarnos cómo, en una época, en la cual el trabajador se encuentra más protegido que nunca por leyes, organismos públicos, sindicales, etcétera, pueden existir comportamientos tan dañinos como el acoso laboral. Probablemente se deba a tres razones: una es que en las estructuras superiores de las organizaciones, el acoso es generalmente ignorado, tolerado o malinterpretado. La segunda razón es que probablemente el acoso laboral no ha sido aún claramente diferenciado de otros fenómenos del ámbito laboral, tales como el acoso sexual o la discriminación. La tercera razón es que las víctimas, desgastadas física y psíquicamente por el maltrato, son generalmente incapaces de defenderse por si mismas y menos aún, de requerir ayuda legal.
No es difícil imaginar el alto costo que, en términos de productividad, genera este fenómeno, sin mencionar las implicancias psicosociales del mismo. Afortunadamente, tanto en los medios de difusión masiva como en las organizaciones empresarias y profesionales está comenzando a exponerse el tema, lo cual da pie a un moderado optimismo.
La violencia es miedo a las ideas de los demás y poca fe en las propias. (Antonio Fraguas Forges)
¿Cómo enfrentarlo?
Aquellas personas que son actualmente objeto de acoso laboral tienen varias opciones, según los expertos en el tema. Básicamente deben saber que lo que les ocurre tiene un nombre, que han sido víctimas del mismo y que no deben culparse por haber caído bajo sus garras. En segundo lugar deben evaluar, racionalmente, si ya han hecho todo lo posible por revertir la situación y de ser así, pensar si es factible solicitar un traslado a otro área dentro de la empresa o bien buscar un nuevo trabajo. Todo esto debe hacerse con calma y sopesando todas las implicancias.
La gerencia, por su parte, debe estar alerta para detectar, dentro de su estructura, cualquier señal temprana de acoso laboral. Una política de la empresa, explícitamente clara sobre el respeto en el trato al trabajador y la realización de talleres dirigidos específicamente a tomar conciencia del fenómeno, pueden hacer mucho para prevenir la instalación de tan perniciosa disfunción organizacional.
El profesional independiente, que convive generalmente en forma part-time y de relativo involucramiento con el equipo humano de sus clientes, está en una posición privilegiada para detectar precozmente la aparición de esta figura perniciosa y advertir a la dirección sobre el particular.
Resumen
El acoso laboral consiste entonces, según definen los expertos, en el maltrato emocional cometido directa o indirectamente por personas dentro del ámbito de trabajo. La víctima sufre terriblemente la situación y generalmente, de persistir el fenómeno en el tiempo, finalmente renuncia a su empleo. No cabe la menor duda que un ambiente de trabajo sano, dirigido por una gerencia idónea y que basa su conducta en claros estándares éticos, difícilmente sea terreno propicio para el desarrollo de este mal.
Por Dr. Rodolfo M. Senderowicz
Exclusivo para ELEVE
Rodolfo M Senderowicz egresó como contador público de la Universidad de Buenos Aires. Se desempeña como asesor en gestión empresarial, diagnóstico de disfunciones organizacionales y resolución de conflictos en pymes industriales y de servicios. Además es socio de la consultora en desarrollo de recursos humanos Empowerment. |