Con el dólar bajo y las tasas altas, la bicicleta financiera volvió a escena
Con el dólar prácticamente bajando todos los días un centavo y las tasas de interés domésticas en pesos en niveles altísimos -más del 15 por ciento anual-, en los últimos días pareció volver la bicicleta financiera. La operación consiste en colocar los pesos a esas altas tasas y asegurar el tipo de cambio mediante la compra de dólares "a futuro".
La diferencia puede rendir más del 10 por ciento anual en dólares, más que triplicando la tasa de interés que rige interna cionalmente. Se trata de un seguro de cambio habitual en los negocios. Son los que ahora generan esa ganancia extra por la fuerte diferencia entre la tasa de interés y el costo de asegurar los dólares.
De esta manera, si con el dólar a la baja el Gobierno quiere castigar (como se repite en innumerables comentarios de la city) a los que no liquidaron dólares durante el conflicto del campo con las autoridades oficiales, por el otro está premiando a la "patria financiera", un calificativo que ganó el título de los diarios a lo largo del ministerio de José Alfredo Martínez de Hoz, en tiempos del Proceso militar.
En la terminología muy de moda ahora, se puede decir que el supuesto castigo a la "oligarquía" (como desean reclamar representantes de los sectores piqueteros y los "Jóvenes K") termina siendo en beneficio de la "especulación financiera".
En tanto, el dólar bajo, aunque genere la disconformidad de varios representantes de la industria, le está permitiendo al Gobierno contener las expectativas inflacionarias, pero no evita que los precios sigan subiendo por el contexto internacional y la incertidumbre interna.
De esta manera la Argentina se estabilizó con una inflación anual del 25 por ciento (oscilaba, hasta ahora, según los pronósticos, entre ese 25 y el 30 por ciento), coincidente con el porcentaje de las renovaciones salariales.
Esto significa que el tipo de cambio real se está deteriorando, como lo señalan algunos expertos, por una doble vía: por la suba de los precios internos y por la baja del dólar.
¿Cuánto tiempo puede durar esa bomba de tiempo? Lógicamente, el Gobierno tendrá que desarmarla rápidamente, antes que le explote en las manos.
Una alternativa que tiene por delante el Gobierno es aquietar la inflación, algo bastante difícil por el alza de los precios internacionales, por las tarifas y los precios (muchos) reprimidos y por las presiones salariales, un tema este último muy presente en los diálogos sindicales, por la presión de las bases.
La "inflación importada" -de acuerdo con un seguimiento realizado por la consultora Abeceb- medida en pesos creció un 30,4 por ciento. Al analizar la tendencia mundial de los precios industriales del mundo (el acero, el aluminio, el cobre y el caucho) que repercute en los costos de las empresas argentinas, se observan aumentos constantes, con la perspectiva de que en el segundo semestre de este año se experimenten fuertes subas.
La segunda alternativa es volver a devaluar la moneda, saliendo a comprar dólares de los exportadores, impulsando el alza de su cotización, con la consecuencia de un nuevo impacto inflacionario en el país.
La política económica vuelve a entrar en una encrucijada porque esos vaivenes confunden, en demasía, a los agentes económicos que no tienen ahora certidumbre sobre la ecuación productiva. Y les da mayor certidumbre a los gerentes financieros por el arbitraje que pueden hacer entre pesos y dólares.
Todo esto en un escenario internacional que luce cada vez más preocupante y que debería llevar a la Argentina a prevenir los riesgos de contagiarse una crisis y no aplicar políticas que sólo sirvan para asegurar "bicicletas financieras". (CLARIN.com)