CONFLICTOS

¿De qué hablamos cuando hablamos de Mediación?

La experiencia mundial en el nuevo campo de la mediación ha sido sumamente exitosa.

La mediación es un dispositivo no adversarial de resolución de disputas, que incluye un tercero “neutral” cuya función es ayudar a que las personas que están “empantanadas” en la disputa puedan negociar en forma colaborativa y alcanzar una resolución de la misma.

En la base de esta definición se encuentra un conjunto de ideas, creencias y valores acerca de los seres humanos, la disputa y la sociedad.

La mediación considera que los seres humanos son capaces de resolver por si mismos sus conflictos y/o disputas en forma efectiva.

Esto ocurre permanentemente, sólo algunas veces se empantanan; en mediación se busca rescatar esta capacidad que se encuentra, por algún motivo, obstaculizada.

Los mediadores no son jueces ni consejeros, por lo tanto, no deben buscar la “verdad” ni juzgar lo que se les narra, su función es restablecer e incrementar la capacidad negociadora que todos poseemos. El mediador no da respuesta al conflicto, no da soluciones, sino que es responsable de sostener un espacio para que el conflicto sea elaborado constructivamente, abordándolo de manera que las partes puedan reconocerlo, reformularlo, resolverlo.

Si bien hay diferencia entre los significados de conflicto y disputa, muchos autores toman estos términos como sinónimos. Para la mediación, el conflicto y/o la disputa pueden ser considerados como una oportunidad para el crecimiento y la evolución.

La sociedad actual necesita para su supervivencia gestar otros medios con el fin de resolver los conflictos. La forma adversarial no puede ser la única.

Nuestro futuro depende de ello. La “colaboración” entre las partes de un conflicto lleva a mejores y más creativas soluciones.

Lo alternativo no es la negociación ni la mediación. Éstas debieran ser las formas normales de resolución. Los valores en los que se asienta la mediación son la buena fe, la colaboración, la toma de decisiones por consenso, el crecimiento de todos los individuos y, por sobre todo, la paz.

La esencia de la mediación pasa por la voluntariedad, es decir, por la decisión libre de realizar una negociación asistida.

En las mediaciones, la mayoría de las veces, el protagonismo no está presente.

Las personas suelen comenzar el proceso con una “queja”: algo o alguien les ha hecho o les hace algo. Parte de la tarea del mediador es propiciar que los participantes reflexionen sobre esto y que alcancen un alto grado de protagonismo.

Aceptar que el otro tiene un punto de vista diferente del de uno y que tiene sus razones, es más difícil. Pero mucho más difícil aún es que se comprenda que lo que se busca en una negociación colaborativa no es destruir al otro sino que, por el contrario, se satisfagan sus intereses, es decir que el otro no sólo no debe perder, sino también salir ganando del proceso de mediación. Ésta es una de las tareas más válidas, y a la vez de las más difíciles, que realizan los mediadores.

La mediación, que es una negociación asistida, procura que las partes recuperen el protagonismo que han perdido, pues esto puede ser una de las causas de su empantanamiento.

Promoción de la paz, prevención y asistencia del conflicto.

Vivimos permanentemente armonizando las diferencias que tenemos con todos los que nos rodean, a veces no podemos hacerlo y llegamos al conflicto. Muchas veces nos ocurre que el hecho de no poder armonizar nos pone de mal humor, nos enojamos con el otro y/o con nosotros mismos, y ahí comienza el conflicto.

Otras veces nos ocurre que culpamos al otro de la imposibilidad de armonización y, como si tomáramos una lente negra, comenzamos a ver todos los defectos del otro, y de esta forma se rompe la colaboración y comienza la competencia.

Deberíamos concentrarnos en percibir y resaltar aquellas situaciones en las que se ha logrado o se está logrando armonizar las diferencias y/o generar los contextos necesarios para que éstas surjan. A estas acciones de percibir, resaltar y promover contextos nos referimos con la frase “promoción de la paz o promoción de la armonización de las diferencias”. Es ésta la mejor forma de construir la paz y, al mismo tiempo, la mejor prevención para que no surjan conflictos.

Conclusión

Las partes llegan a la mediación normalmente porque no pueden escucharse, y mucho menos comprenderse, la presencia de un tercero es altamente recomendable.

Este tercero - mediador- es un profesional que se encuentra específicamente formado para conducir el proceso, propiciando la creación de un espacio que les permita a las partes hablar del conflicto, hacer manifiesto lo latente, compartir las mutuas percepciones, ver más allá de la disputa y acompañarlas en el camino de diseño de estrategias para superarlo.

La función de éste es doble:

- Preventiva: dado que la tarea de los mediadores es frenar la escalada del conflicto para que no pase a la siguiente etapa: la guerra.

- Asistencial: tiene como objetivo disminuir la tensión del conflicto, es decir que éste desescale y el sistema genere pautas colaborativas de relación para alcanzar la solución del problema.

Es por ello que decimos que la mediación es una “negociación asistida”, o sea que la función del mediador es ayudar a que las partes puedan volver a negociar. En el otro extremo está el juicio, que es muy necesario en muchos casos, pero debería ser la última alternativa, antes de la resolución del conflicto por la fuerza, como sostiene Ury (1995) cuando habla de la necesidad de invertir la pirámide: poder, derecho, intereses, para que quede transformada en: intereses, derecho y poder.

* Por Dra. CP Andrea Elisabet Benitez

Nota publicada en la "Revista Profesionales en Ciencias Económicas" publicada por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Santa Fe - Cámara II (Año XX - Nº 254 - Enero de 2008)