El Gobierno le pide ahorro de energía a las empresas

Cristina Kirchner no sólo necesitará el dinero de las retenciones agropecuarias para construir los 30 hospitales, viviendas populares y caminos rurales prometidos. Para evitar más cortes de luz (como los que volvieron a afectar ayer a empresas) o alzas en tarifas eléctricas y pagar los costos de generación local y de importación de Brasil, la Presidenta deberá destinar este año 4500 millones de dólares a subsidiar ese sector. El equivalente a lo que le costaría al Estado construir, por ejemplo, seis usinas de 800 megavatios que solucionarían la crisis energética.

Así lo indican las estimaciones de Cammesa, la administradora del mercado eléctrico nacional. El monto, que se utilizará para pagar el desfase entre lo que cuesta generar y lo que pagan los usuarios argentinos, es infrecuente para la industria: significa que se gastará en 2008 más de lo que se empleó, a los mismos efectos, en los últimos cuatro años (4000 millones de dólares). Más de dos puntos porcentuales del producto bruto interno (PBI) o, si se prefiere, lo que costaría perforar 900 pozos de gas como el que celebró con entusiasmo la semana pasada el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, en General Mosconi, Salta. Ironías de la redistribución del ingreso nacional: los habitantes de Mosconi pagan la luz más del doble de lo que cuesta en Palermo Chico. La Capital Federal es, desde hace cinco años, la gran deficitaria del sistema.

Cortes

En tanto, ayer volvieron los cortes de luz a grandes empresas. La oferta no alcanza y la mano mágica de colaboradores de De Vido consiguió otra vez, mediante llamadas telefónicas, que las compañías consumieran menos energía. Se logró bajar por lo menos 600 MW con esos pedidos a ejecutivos de buena voluntad. Otra vez fábricas como las de Aluar, Siderca, Siderar y Loma Negra acaparan la atención oficial.

"A nosotros nos llaman y nos piden que ahorremos, pero de buena manera", reconocieron en una empresa. La semana pasada, De Vido dijo a LA NACION que él no consideraba cortes esas restricciones. Según el ministro, se trata de gestos de las empresas para ahorrar, algo distinto de lo que ocurrió el año pasado. El invierno pasado, durante casi 70 días consecutivos, se aplicaron cortes de ocho horas a unos 5000 grandes usuarios en todo el país.

La demanda volvió ayer a rozar el récord. Las proyecciones de Cammesa preveían 19.280 MW para las 20, pero las llamadas la estancaron en 18.620. "El teléfono funcionó", resumieron en una empresa del sector. Y se volvió, por lo tanto, a importar electricidad de Brasil en niveles pocas veces vistos: unos 1100 MW, que siguen exasperando a los industriales brasileños, que la juzgan barata y desconfían, además, de que la Argentina la vaya a devolver. El acuerdo de intercambio fija que una parte se pague al contado y otra se reintegre.

Para los obsesivos de las cuentas fiscales: en estos momentos, según los números de Cammesa, el Estado argentino le paga al contado a Brasil 6,5 millones de dólares por día por esa energía. El resto se devolverá en septiembre, en megavatios, pero con un sobrecosto de 2 millones de dólares diarios respecto de lo que valdría generar con gas.

De ahora en más, la meteorología tendrá la palabra. Hace frío, que incrementa el consumo en los hogares, pero hay más agua en el Comahue, que estaba seco como consecuencia de una estrategia oficial muy cuestionada en el sector: el secretario Guillermo Moreno, el hombre elegido por Néstor Kirchner para conducir la crisis, forzó la utilización de los embalses hasta casi secarlos. Eso hacía temer menos energía para este invierno. Pero llovió en el Comahue y el Gobierno aumentó la importación de Brasil. Resultado: los presagios del desastre no se cumplieron.

"¿Puede decirse que Moreno tenía razón? ¿No tenía un as en la manga con el aumento de la importación de Brasil?", le preguntó LA NACION a un ejecutivo del sector. "Puede ser -contestó-. En realidad, el as en la manga es que estaba dispuesto a gastar cualquier cosa para que hubiera luz."

Los empresarios se quejan: ya no hay números reales en el sector. Han desaparecido planillas de Internet que le hacían a esta industria jactarse de ser una de las más transparentes de la Argentina.

Todo es estimado, enrevesado y secreto. Otra impronta de Moreno. (LA NACIÓN)