El alza de la tarifa eléctrica afecta también a los sectores pobres

La justificación que usó anteayer el ministro de Planificación, Julio De Vido, al aumentar las tarifas de electricidad no es nueva: sostuvo que fue para profundizar "el proceso de distribución del ingreso". No obstante, el objetivo no se cumplirá en todos los casos, según pudo comprobar LA NACION.

Ramón L. es obrero de la construcción. Comparte su vivienda, situada en un barrio cercano a La Plata, con otras siete personas. Su hijo mayor trabaja con él. Y entre ambos mantienen el hogar. Con suerte, a fin de mes juntan $ 2500. En su casa poseen una sola estufa eléctrica que encienden desde las 17 hasta las 22 para hacer frente al frío. No más, aunque en la madrugada la temperatura sea más cruda. La heladera, el televisor, el lavarropas y la bomba centrífuga con la que llenan el tanque de agua dos veces al día, sumado a la única fuente de calor de la casa, elevan el consumo familiar a más de 1000 kW por bimestre. En pesos, más de 100, con seguridad.

Según la escala de incremento progresivo que difundió ayer el Gobierno, la familia de Ramón sufrirá, a partir de hoy y con carácter retroactivo al 1° de julio, un alza del 25 por ciento.

¿La medida favorece la distribución del ingreso?, preguntó LA NACION a Fernando Navajas, economista de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL).

"Si ése es el objetivo, la medida tiene errores: de exclusión, por el cual uno de cada seis pobres sufrirá el aumento, y de inclusión, por incluir a uno de cada cuatro ricos en la beca. Por eso, puede que un yuppie de Puerto Madero no tenga subas y una familia numerosa del conurbano sí."

También le llegarán aumentos a Carolina, que vive en Villa Argentina, en Florencio Varela. Esta empleada doméstica comparte su vivienda con otras dos personas. Y aun así, su consumo llegó a 772 kW en el bimestre mayo-junio. En la escala funcional a la redistribución anunciada, el resultado es exactamente inverso: Carolina superó la marca de 650 kW desde la que se aplican las subas y tendrá un 10% de aumento. Y no fue precisamente por derroche.

"Compré un termotanque porque era más barato que la instalación de la red de gas. Lo prendo para lavar los platos y para bañarme", contó Carolina. Todavía recuerda cuando lo dejó encendido y se reflejó en la factura. Desde ese día se fija bien que esté desconectado antes de dormirse.

Sus ingresos no le permiten el lujo: con las dos casas que limpia llega a juntar $ 700. Con su madre y su tía, ambas jubiladas, cubren los gastos. En tanto, uno de sus empleadores, que vive en la zona norte de la Capital Federal, no pagará aumentos.

La familia Godoy, compuesta por padre, madre y cinco hijos, es otra de las afectadas. Por cuestiones de trabajo, Carlos, el jefe de familia, usa la soldadora de vez en cuando. Desde ahora, lo pensará dos veces. Su consumo de 812 kW es considerado medio/alto, y por eso tendrá un alza de un 15 por ciento. "El peor camino"

"Hay que pensar en una suba del 30 por ciento, en la cual el Gobierno subsidia a los que no pagan o pagan menos", sugiere Navajas. "Había tres caminos y se tomó el peor. Se pudo planificar el aumento con un estudio previo que tuviera en cuenta los medios de vida de los hogares y asistir a aquellos que lo necesiten.

Es decir, focalizar y después salvar. Otro era tener en cuenta datos existentes de infraestructura como aguas y cloacas, discriminando por localización de la vivienda. Pero se hizo de forma primitiva: en función de la caja del ministerio."

Juan S., psicólogo, y su esposa, médica, viven en una casa de 180 m2 rodeada de verde. Cada noche miran una película en su TV de pantalla plana. Trabajan durante el día y vuelven cuando está oscuro. Al salir, dejan las luces del exterior encendidas. Ellos no sufrirán aumentos. (LA NACIÓN)