El aumento en las jubilaciones de marzo podría ensayarse a fin de año

A su regreso de Rusia, Cristina Fernández deberá decidir si otorga un aumento de jubilaciones para fin de año. Desde la ANSES y el Ministerio de Economía, ya acercaron distintas variantes. La alternativa que defienden los técnicos es una suma fija, por única vez, que sirva de “puente” hasta el aumento previsto para marzo, en el marco de la movilidad jubilatoria.

La velocidad con que la crisis se desparramó sobre la economía real en octubre y noviembre obliga a tomar medidas expansivas, de rápido impacto, para evitar un derrumbe en los niveles de consumo, producción y empleo.

Una suba de jubilaciones se traduciría íntegramente en mayor consumo, porque la capacidad de ahorro de la clase pasiva es nula: los exiguos haberes (7 de cada 10 jubilados cobran la mínima) se gastan en su totalidad para mantener una precaria calidad de vida.

Un peso gastado en un auto, en obra pública, en una jubilación o un plan social es igual de expansivo.

El problema son los tiempos entre la decisión de estimular la actividad económica desde el Estado y su concreción.

El Gobierno anunció un plan de créditos para alentar a la clase media y a sectores asalariados formales a comprar autos económicos y electrodomésticos. Sin embargo, sobre el programa se abren serios interrogantes respecto de su efectividad para revertir la tendencia recesiva.

Hoy el mayor miedo social es, nuevamente, la pérdida del empleo. ¿Por qué alguien que teme perder su trabajo se endeudaría, justo al inicio de una crisis, para comprar un vehículo? ¿Por qué apostar a que lo hará la clase media, que en los últimos meses dolarizó casi toda su capacidad de ahorro?

Para acceder a los préstamos que lanzará el Gobierno, a través de bancos privados, para comprar un “0 km” habría que contar con un ingreso familiar de unos 5.000 pesos mensuales. Con una tasa de interés del orden del 15%, a cinco años, la cuota rondaría los 1.000 pesos, si se adicionaran gastos administrativos.

Hace poco más de un año, el fiasco de los créditos para inquilinos que impulsó Guillermo Moreno proponía adquirir un departamento con una cuota de alrededor de 1.000 pesos, equivalente al alquiler. Entonces, los bancos ofrecían créditos hipotecarios, a veinte años, al 8/9% anual. Moreno prometía mejorar las condiciones.

En una economía que todavía creaba empleo a ritmo chino con tasas de interés mucho más bajas, el Estado ilusionaba a los sectores medios y medios bajos con la compra de un departamento. En cambio, con la misma cuota hoy pretende que, a las puertas de una crisis, se endeuden para subirse a un auto.

El plan de obras públicas que el Gobierno presentará la semana próxima es política keynesiana más tradicional, no tan dependiente de las expectativas o del humor social. Pero siempre existe un rezago importante entre el anuncio de las obras, su licitación y ejecución.

En la encuesta de precios que realiza semanalmente, la consultora Equis detectó un brusco freno de la inflación general en noviembre, en línea con el bajón del consumo. Sin embargo, la inflación en “alimentos y bebidas” no cede y converge a un 25% anual. Para un tercio de la población que vive bajo la línea de pobreza la combinación de recesión con inflación de alimentos puede resultar trágica.

¿No será el momento de que el Gobierno empiece a reamar la red de planes sociales focalizados que se desmanteló en los últimos años? ¿Qué es más reactivante: esperar un boom de ventas de electrodomésticos a crédito o aumentar los planes Jefes de Hogar de 150 a 450 pesos?(CRITICA DIGITAL)