EL LADO OSCURO DE LOS RURALISTAS
El campo paga los salarios por debajo de la media y cuenta con un gran porcentaje de empleo informal
La Canasta Básica Alimentaria (CBA) medida por Consultora Equis desde el 3 de julio de 2007, y que publica este diario semanalmente, lleva acumulado un 21% de aumento en 46 observaciones semanales y proyecta un 25% anualizada.
En este contexto de alta inflación de alimentos, el ya grave delito de desabastecimiento provocado por “el campo” en su lock out inicial tuvo efectos adicionales de gran profundidad.
Durante el desabastecimiento inducido por los cortes de ruta, el valor de los productos de la Canasta Básica Alimentaria, que marca el umbral de la indigencia y es base de cálculo de la línea de la pobreza, trepó 16% cuando el conflicto desplegó toda su intensidad, y Buzzi el bueno sostuvo que con esa medida se probaba que el campo “puede desabastecer”.
En términos de aumento de costo de vida para los segmentos populares, los 16 puntos de suba de los productos de la CBA en el lapso de conflicto supusieron luego cuarenta y siete días para retornar a sus ya elevados valores originales.
El lock out configuró en el actual contexto inflacionario de alimentos un dispositivo diseñado para inducir una suba notable de la Canasta Básica Alimentaria y provocar daño y sufrimiento social sobre los sectores más vulnerables de la población nacional, transformados en víctimas de un conflicto que les es ajeno.
Con la metáfora de “el campo”, se edulcora a un sector heterogéneo y minoritario de la actividad productiva, que representa sólo el 5,3% del PBI, remunera a sus trabajadores con el salario medio más bajo de la economía, un 40% por debajo del valor de la canasta de pobreza, mantiene un 42% de trabajadores sobreocupados con jornadas laborales de más de diez horas y adicionalmente los castiga con una tasa de informalidad laboral del 72%, tal como se muestra en el cuadro adjunto.
Atravesados por internas feroces que los obligan a subir permanentemente la apuesta para no pagar frente a sus bases más radicalizadas, parte de la dirigencia del sector mostró un insólito amateurismo devenido en prepotencia, al rechazar la oferta de diálogo abierta por la Presidenta en el acto del pasado miércoles.
Tras la fallida comunicación a los medios de los acuerdos de hace una semana que desbarrancaron la negociación, la dirigencia agropecuaria comete el segundo grave error que sin duda hará cambiar paulatinamente el estado de opinión pública netamente favorable que mantuvieron hasta este momento los ruralistas.
Con su negativa a negociar, “el campo” se empecina en prolongar un conflicto cuyo núcleo de sentido no es otro que preservar las ganancias extraordinarias de los grandes grupos agrofinancieros, bajo la máscara de una supuesta defensa del pequeño y mediano productor.
El cándido “sujeto agrario” al que estos mismos grupos agrofinancieros concentrados asocian mayoritariamente a sus prácticas e intereses vía arrendamiento de tierras, o en su defecto, desarticulan inexorable y cotidianamente bajo el paradigma de agricultura industrial, la sepulturera definitiva de la decimonónica agricultura de agricultores. (CRÍTICA DE LA ARGENTINA)