El divorcio es la principal causa de morosidad

“Yo dejé de pagar la cuota de la tarjeta porque me distancié de mi esposa”. A menudo, los cobradores de las empresas emisoras del plástico suelen escuchar esta excusa cuando llaman a un cliente que aún no pagó el resumen.

La separación o divorcio es una de las principales causas de la mora, en las familias que pasan ciertos apuros para llegar a fin de mes “de un matrimonio solvente pasamos a dos insolventes”, señala a LA GACETA Raúl Ostengo (h), miembro de un estudio jurídico que lleva ese apellido especializado en cobranzas judiciales.

Las enfermedades son otras de las causas que llevan a modificar los destinos de los recursos con los que se cuenta para afrontar las cuotas, aunque también subyace otra situación: la falta de administración de la economía familiar o de educación en el manejo del dinero, sobre todo en épocas de inflación.

Más allá de estas cuestiones, Ostengo puntualiza que existe lo que se denomina el “moroso profesional”, que sabe la implicancia jurídica de lo que firma, es decir si su deuda es o no exigible judicialmente, y especula con la magnitud de los montos que adeuda y no se deja intimidar con ninguna notificación. “El negociar con una empresa especializada en cobranzas, resulta más ventajoso para el deudor, por cuanto las compañías que toman la decisión de tercerizar la cobranza, crean planes de pago acordes al segmento que tratan de recuperar, y los honorarios por gestión extrajudicial son mucho menores que los regulados en sede judicial”, sugiere.

Los deudores ya saben que su retraso ocasionó que el acreedor contrate a un estudio especializado en recupero de crédito. Por eso, dice Ostengo, no hacen problemas a la hora de pagar honorarios, cuando los mismos son acordes a la deuda, por lo general van de un 5% al 20% de lo adeudado. El deudor también debe saber, que los honorarios cambian cuando el estado de la deuda pasa de una gestión extrajudicial a una judicial y, en algunos casos los honorarios y los gastos (costas) resultan mayores que la deuda asumida.

Al llegar el extremo de no pagar el compromiso, sugiere a los deudores negociar su deuda en la etapa extrajudicial. “Es preferible hacer esfuerzos y sacrificios en ese momento y no dejar que se inicie juicio”, indica.

Esto también debe ser tomado en cuenta por la empresa acreedora, acota el abogado. “Tal vez haya casos en que el deudor haya llegado a esa situación por un problema de liquidez”, añade. (LA GACETA)