BIENES DEL ESTADO

El misterioso destino de los regalos para los presidentes

Un olvido curioso: bienes del Estado sin registro.

Ningún organismo los censa y archiva, pese a que así lo dispone la ley de ética.

Es un misterio que sólo tienen guardado los presidentes argentinos que pasaron por la Casa Rosada en los últimos ocho años. No hay registro alguno de los regalos que esos mandatarios recibieron en sus funciones, a pesar de que la ley de ética pública sancionada en 1999 exige su registración por ser todos los obsequios patrimonio del Estado.

El organismo encargado de llevar a cabo ese trabajo es la Oficina Anticorrupción (OA), que conduce en la actualidad Abel Fleitas Ortiz de Rosas. Pero sus voceros negaron tener esa competencia y apuntaron a la Casa Rosada.

En Balcarce 50 descartaron que fuera su competencia. La ley 25.188, que regula el ejercicio de la ética de los funcionarios públicos, establece que éstos "no podrán recibir regalos, obsequios o donaciones, sean de cosas, servicios o bienes, con motivo o en ocasión del desempeño de sus funciones". Y hasta prohíbe que se queden con los meros regalos de cortesía. "En el caso de que los obsequios sean de costumbre diplomática, la autoridad de aplicación reglamentará su registración y en qué casos y cómo deberán ser incorporados al patrimonio del Estado para ser destinados a fines de salud, acción social y educación o al patrimonio histórico-cultural", advierte la norma.

A pesar de que la OA niega su competencia, la resolución 17 publicada en el año 2000 por el Ministerio de Justicia es clara: "La Oficina Anticorrupción ejercerá las facultades conferidas como autoridad de aplicación de la ley 25.188", la misma norma que creó el organismo.

Pero nada se sabe del destino de los cientos de regalos que recibieron Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y la actual presidenta, Cristina Kirchner, salvo por lo que ellos han contado a la prensa. Se iniciaron consultas sobre el tema después de que la Presidenta mostró públicamente a "las mujeres del mundo", como las llamó, los aros y el colgante de plata que le había regalado su colega boliviano, Evo Morales, hace dos semanas. "Los llevaré siempre conmigo", dijo, en un gesto por demás elocuente de aceptación del obsequio (aunque debería dejarlos una vez que abandone la función).

La controversia tuvo un antecedente famoso con la Ferrari Testarossa que le regalaron a Carlos Menem (antes de la ley de ética) o los jarrones chinos que obsequió a De la Rúa una empresa española con intereses en el Estado. A pesar de que es competencia de la OA, en la Casa Rosada tampoco existe inventario de los regalos presidenciales, ni históricos ni de la era kirchnerista.

Ante la consulta, el personal de Ceremonial, con algo de sorpresa por la pregunta, sólo informó que los regalos que llegan para la Presidenta se envían a la quinta presidencial de Olivos. Después de dos semanas de consultas, nadie supo responder dónde está ese patrimonio del Estado. Más allá de las idas y venidas, la OA firmó varias resoluciones relacionadas con los regalos, que deberían ser públicas. Tras varias promesas, los voceros se negaron a entregarlas.

Según se pudo saber, una de ellas fue en referencia a pasajes que la empresa Aerolíneas había donado a la Presidencia cuando Néstor Kirchner ocupaba la Casa Rosada. Esos regalos están prohibidos por tratarse de una incompatibilidad con las funciones públicas.

La OA también recibió una consulta del ex canciller Rafael Bielsa, que quiso saber si podía quedarse con un libro histórico que le habían obsequiado. La respuesta fue que no: debía dejarlo en poder del Estado una vez que abandonara la función. Es un misterio si lo hizo o no.

Ante la falta de respuestas, la organización Poder Ciudadano presentó la semana pasada dos pedidos de informes. Uno dirigido a Fleitas y el otro, a la Secretaría General de la Presidencia. La directora ejecutiva de la ONG, Laura Alonso, reclamó el listado de los obsequios recibidos por De la Rúa, Duhalde y el matrimonio Kirchner, los detalles de su destino y si alguno fue rechazado.

En Estados Unidos, por ejemplo, la oficina de protocolo del gobierno norteamericano hace públicos cada año los regalos que recibe el presidente, como los 150 kilos de cordero patagónico que le regaló Kirchner a George W. Bush en 2004. (LA NACIÓN)