Final abrupto en la vuelta del diálogo del Gobierno y el campo
El Gobierno y el campo volvieron ayer a conversar, aunque lo hicieron en diferentes idiomas. Así, esta nueva ronda de diálogo duró muy poco -escasa hora y media-, y terminó de manera abrupta.
El motivo de la discordia fue la negativa oficial a discutir en el encuentro las retenciones móviles. Aceptaron, sí, hacerlo, pero a partir del lunes. Sin la solución que reclamaban en la mano, los ruralistas volvieron a declararse en "sesión permanente" y convocaron al sector a mostrar su malestar el domingo en Rosario.
Tan grande fue el desencuentro que los directivos de Federación Agraria, Coninagro, la Sociedad Rural y CRA llegaron a amenazar con quedarse a dormir en la sede del Ministerio de Economía, a la espera de una respuesta. Desistieron al rato, pero no se fueron sin antes denunciar una "maniobra" del Gobierno para dilatar la negociación. "Nos sentimos defraudados. Estaba todo armado desde antes", se quejó el titular de CRA, Mario Llambías.
Una crónica de los hechos se torna imprescindible. Los dirigentes llegaron al Palacio de Hacienda poco después de las 18, hora pautada para la cita. Debieron esperar casi una hora en un hall contiguo a la oficina donde los recibieron el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y el ministro Carlos Fernández.
Eduardo Buzzi y Llambías, los más duros, fueron saludados friamente por Alberto Fernández. Luciano Miguens y Fernando Gioino, los más dialoguistas, recibieron un beso en la mejilla. Las cortesías se terminaron ni bien comenzó la charla. El tono de los ruralistas comenzó a agriarse pronto, ni bien descubrieron -según declararon- que iban a salir con las manos vacías. Hay que retroceder 24 horas para entender este punto: el miércoles las entidades enviaron una carta al Gobierno para recordar que pretendían discutir sobre las retenciones móviles, el detonante del conflicto hace más de 70 días.
"La reunión fue mala. Eludieron hablar de retenciones y se pretendió diferir la negociación a la semana próxima", explicó Buzzi. "No largaron ninguna prenda. Dijeron que no podían hablar de ese tema hasta después del acto del domingo", agregó Llambías. El 25 campo convocó a un acto en Rosario.
Desde el Gobierno, en cambio, dijeron que los ruralistas nunca plantearon que querían llevarse una solución de este encuentro.
Dos datos adicionales sobre la hermética reunión: los ruralistas dejaron sobre la mesa una propuesta sobre las retenciones móviles (se aceptaría finalmente ese sistema, pero retrotrayendo la alícuota al 35% vigente en marzo); los funcionarios dijeron tener una receta propia, pero no la hicieron pública.
Hora y media más tarde, cuando la discusión no daba para más, fue Alberto Fernández quien decidió su final. "Bueno, bueno, seguimos el lunes. Nos llama la Presidenta", aseguran los dirigentes que dijo antes de levantarse. Lo siguió el jefe de Economía. "Pero no te podés ir sin solucionar este tema -protestó un ruralistas-. Además, está el acto del domingo". "No nos interesa el acto. Ustedes tienen su acto en Rosario y nosotros tenemos el nuestro en Salta", replicó el jefe de Gabinete.
Tras ese final, Fernández se plantó ante las cámaras de TV, en una sala de conferencias cuidadosamente preparada: una computadora proyectó dispositivas para respaldar sus palabras. Habló sobre la política para el campo y mostró vocación de negociar, siempre bajo el eufemismo de "estudiar la situación de los mercados de futuros". En las antípodas de Buzzi, calificó la reunión como "buena".
El titular de la Federación Agraria, durante la reunión, le habría avisado a los Fernández: "Ustedes están subestimando lo que pasa en el país". Fuera de ella, y de cara al domingo, aclaró: "Las consecuencias de esto ya no son responsabilidad nuestra". (CLARÍN)