OPINIÓN
Inflación: ¿viven debajo de una baldosa o son cínicos?
El Jefe de Gabinete, Alberto Fernández, acaba de afirmar que “nadie quiere esconder la inflación real". Y agregó: “Muchos quieren mostrar una inflación infinitamente mayor a lo que objetivamente es”. Sería bueno que, antes de formular estas declaraciones, se pusieran de acuerdo entre los funcionarios kirchneristas. ¿Por qué? Porque según la inflación de Guillermo Moreno que mide el IPC, desde diciembre de 2001 hasta enero de 2008, fue del 109%. Si esta es la información real como sostiene el oficialismo, la pregunta es: ¿por qué el gobierno kirchnerista de la provincia de Buenos Aires aumentó la valuación fiscal de las propiedades en un 228% en un año, incrementando, en consecuencia, el impuesto inmobiliario? O, ¿por qué el intendente radical kirchnerista de Vicente López aumentó la tasa de alumbrado, barrido y limpieza en un 177%? En la carta que manda el intendente Enrique García explicando el aumento impositivo se encarga de destacar que el costo de la recolección de residuos aumentó el 260,7%, que los gastos de insumos para la salud subieron el 499,48% y que el costo del servicio del alumbrado público se incrementó el 118,89%, todos datos que difieren notablemente de la información oficial.
Cuando el Jefe de Gabinete dice que hay que gente que quiere mostrar una inflación infinitamente mayor a la que es realmente, ¿estará refiriéndose a estos aumentos de precios y valuaciones fiscales que hacen sus aliados políticos? Vale la pena resaltar que, ante semejantes incrementos impositivos, la salud, educación y seguridad, siguen siendo deplorables, sino peores a pesar de la mayor carga tributaria, con lo cual el aumento ni siquiera condice con una mejora en la calidad de los bienes públicos que se prestan. En rigor, estamos en presencia de una presión impositiva que empieza a tomar visos de confiscatoria. Porque, además, al incrementarse las valuaciones fiscales se incrementa el impuesto a los bienes personales que recauda la Nación. Si siguen a este ritmo, hasta los que viven en los asentamientos marginales van a tener que pagar el impuesto a los bienes personales.
La realidad que estamos viviendo los habitantes de Argentina es que no solo nos están matando a impuestos (ganancias, bienes personales, etcétera) sino que, además, no están liquidando con el impuesto inflacionario. Una doble imposición imposible de sostener que, inevitablemente, se traducirá en una baja del consumo y una caída en el nivel de vida de la población, particularmente, de los sectores de ingresos medios. Vamos a pasos acelerado hacia un país con unos pocos multimillonarios, generalmente amigos del poder, y el resto. Es decir, una gran brecha entre ricos y pobres.
Le guste o no al gobierno, el tema precios se ha salido de control, reflejando el fracaso de la política tipo KGB de Moreno. Y ese descontrol se acentuará en las próximas semanas con los incrementos de salarios que demandarán los dirigentes sindicales.
“Se ha instalado el tema como un tema terminal con un enorme riesgo, porque yo digo que en materia de inflación Argentina es un alcohólico recuperado. Lo mejor es dejar de hablar de la inflación porque la gente escucha esto y todos para prevenirlo empiezan a producirla” dijo el Jefe de Gabinete, creyendo que si se censura el tema no habrá inflación. ¡¿Cómo no va a hablar la gente de la inflación si todos van al supermercado y reciben las boletas de impuestos municipales y provinciales?! Realmente esta gente vive en debajo de una baldosa o tiene un cinismo nunca visto, porque los precios se han disparado a niveles insospechados y los funcionarios siguen negando el problema.
Es por esto que, a mi juicio, ya entramos en la etapa de fuga del dinero. Si algo de cierto dijo Fernández es que Argentina es alcohólica en materia inflacionaria. Tuvo una recuperación pero este gobierno se ha encargado de regresarle al vicio. ¡Si hasta los economistas pro gobierno ya escriben notas de tono alarmante exigiendo que se pare la inflación inmediatamente! Eso sí, no dicen cómo. Un pequeño detalle que se olvidaron de contar.
Lo concreto es que la gente ya percibe que la inflación entró en un proceso de espiral y que conviene comprar bienes antes que la moneda se deprecie más. La huída del dinero significa que al Banco Central ya no le queda más margen para sostener el dólar caro mediante el expediente de emitir moneda, porque peso que emitan, peso que el mercado lo devolverá comprando bienes. La gente se refugiará en bienes para protegerse del impuesto inflacionario. Es decir la gente demandará más bienes y menos pesos. El paso previo al descontrol inflacionario.
Y como los dirigentes sindicales tienen suficiente edad para acordarse de las inflaciones pasadas, ya están anticipándose a lo que viene y van por aumentos de salarios del 25 o 30 por ciento. Quieren ganar la lucha por la distribución del ingreso haciendo uso de lo que aprendieron cuando la inflación se desboca.
En la medida en que los precios internos continúen desbocándose como se están desbocando y el tipo de cambio se mantenga fijo, el tipo de cambio real terminará de licuarse, en rigor ya se licuó en gran medida, y el paso final será el salto cambiario. La gente empezará a percibir que los precios y salarios en dólares son altos y considerarán que el dólar está barato.
La pregunta es: ¿puede evitar el gobierno este final? Mi respuesta es: no. ¿Por qué? Simplemente porque no entiende el problema.
Por Roberto Cachanosky
Exclusiva para Economía para Todos.