INTERNACIONAL

Japón desplaza a China y vuelve a ser el principal acreedor de Estados Unidos

De acuerdo con los últimos datos de compras de bonos del Tesoro de Estados Unidos, Japón estaría a punto de recuperar su liderazgo como acreedor de la economía estadounidense, un lugar que perdió a principios de la crisis subprime de 2008 a manos de China.

Lo increíble del asunto está en que Japón, que posee la mayor deuda del mundo en relación a su producto bruto interno (según la agencia de riesgo Fitch llegará a fin de año al 240% del PIB, es decir casi dos veces y media lo producido por la economía japonesa en todo un año), volvería a ser el mayor acreedor de Estados Unidos, el país con la mayor deuda absoluta del mundo (supera los u$s 16 billones y crece al ritmo de u$s 1 millón adicional cada 50 segundos).

¿Cómo se explica que un país con una deuda enorme sea capaz de convertirse en el mayor acreedor del deudor más grande del mundo?

De acuerdo con el Departamento del Tesoro, China poseía en agosto de 2012 unos u$s 1.154 billones en bonos estadounidenses, mientras que Japón le pisaba los talones con una tenencia de u$s 1.122 billones en T-Bonds.

Según los analistas que siguen la evolución de las compras de bonos del Tesoro, durante el primer semestre de 2012 hubo un cambio de tendencia en la adquisición de deuda estadounidense, con China aumentando su tenencia en tan sólo un 0,1%, mientras que Japón lo hizo a un ritmo superior, del 6%. Según los cálculos de la agencia Bloomberg, de mantenerse este ritmo, en enero de 2013 Japón volvería a ser el acreedor número uno de Estados Unidos.

El cambio de tendencia en la compra de bonos se da justamente en medio de la campaña presidencial más reñida de los últimos años, con Barack Obama y Mitt Romney luchando cabeza a cabeza.

Pero lo interesante de esta campaña es que la deuda es uno de los temas clave del debate, puesto que Estados Unidos perdió el año pasado su calificación AAA por parte de la agencia Standard & Poor’s cuando el Congreso no se decidía en elevar el tope máximo de endeudamiento permitido.Además, Romney ya anunció que en caso de ser electo presidente, una de sus primeras medidas sería la de reducir el nivel de la deuda para no depender tanto de China. Ahora que se confirma que Japón volvería a ser el primer financista de EEUU, tal vez el discurso del republicano se modifique.

De acuerdo con los analistas, las compras de China se han estancado debido en gran parte a la desaceleración de su economía. Pero nadie se anima a confirmar que esta tendencia implique un cambio estratégico en su política de compra de bonos, ya que aún hoy su gobierno sigue comprando deuda soberana de otros países, principalmente del Reino Unido.

Costumbre ancestral

En el caso de la deuda japonesa, ésta tiene ya varias décadas puesto que fue contraída en gran parte a fines de los años ’80, cuando el país entró en crisis tras una década de alto crecimiento económico. En ese momento estalló la burbuja financiera que se había creado con el rápido crecimiento, cuyos efectos se sienten aún hoy. Pero lo que le permite a Japón comprar deuda extranjera sin tener que reducir la propia es el enorme nivel de ahorro de las familias japonesas, que son en definitiva (a través de los bancos nacionales) los prestamistas de su gobierno. Esto brinda liquidez al sistema financiero japonés y permite que el gobierno no dependa de variaciones del tipo de cambio, aunque la contrapartida está en que cada vez más recaudación fiscal se destina al pago del servicio de su deuda.

Aunque la teoría diga lo contrario, tanto Japón como EEUU, con niveles de endeudamiento gigantescos, tienen la capacidad de colocar nueva deuda a tasas muy bajas, lo que da la pauta de que estar muy endeudado no es malo per se. Por supuesto, esto depende de otros factores, tales como ser una economía muy poderosa, contar con un alto nivel de ahorro doméstico o externo y ser confiable a los ojos de los acreedores.

Es más, si Japón o Estados Unidos decidieran reducir sus niveles de deuda, ambas economías entrarían en una espiral deflacionaria, lo que tampoco sería conveniente. Incluso el famoso ratio deuda/PIB es discutido por diversos especialistas, que ven la utilidad del indicador únicamente para realizar comparaciones entre países, pero que tiene sus fallas porque divide una variable de stock (la deuda es una cantidad en un momento dado) por una variable de flujo (el PIB mide todo lo producido por un país en un año).

Y esto lleva a que en realidad, las deudas soberanas nunca se terminan de pagar, por más grandes que sean. Porque cada país emite, a intervalos regulares de tiempo, nueva deuda que reemplaza la existente. Y eso implica que a pesar de que Japón esté tan endeudado, se pueda dar el lujo de convertirse otra vez en el mayor acreedor de EE.UU.

Para quienes no cuentan con las ventajas de ser una economía grande, confiable y con acreedores dispuestos a prestarle, la solución al endeudamiento excesivo es mucho más directa y drástica: se declara el default y se borra de un plumazo parte de la deuda, medida que tomaron en el pasado países como la Argentina y Rusia, y que hoy gozan de buena salud. La cesación de pagos parece ser la forma más eficiente de recuperar el crecimiento económico rápido, pero esto se cumple si no se tiene en cuenta el enorme costo social de tal medida, que generalmente envía a millones de personas por debajo de la línea de la pobreza. Este es el dilema que hoy enfrenta a varios países.

Fuente: Cronista.com