ECONOMÍA
La administración del comercio exterior permitió ahorrar u$s 2550 millones
El modelo económico kirchnerista tiene una serie de pilares en los que sostiene su fortaleza. Uno de ellos, el superávit comercial, ya superó la barrera de los 11 mil millones de dólares en un año de crisis económica mundial. En el resultado influyó la política de administración del comercio exterior. Las licencias no automáticas y las declaraciones juradas anticipadas de importación cooperaron con un ahorro de U$S 2550 millones en los primeros nueve meses del año, lo que dio un importante empujón para evitar presiones desde el sector externo.
Según un informe de la agrupación La Gran Makro, al que tuvo acceso Tiempo Argentino, de no existir el sistema de administración del comercio exterior, las importaciones (sin combustibles y lubricantes) hubieran crecido un 6% a partir de la expansión acumulada del PBI nacional, que según los datos oficiales sobre los que se realizó el cálculo, cerró con un 2,3% para los primeros nueve meses del año.
Pero, las importaciones cayeron un 8% entre enero y septiembre. Sin los combustibles, de gran peso e influencia en el resultado comercial final, la baja sería del 9,6 por ciento.
Sin la administración del comercio las consecuencias sobre el superávit comercial habrían sido mayúsculas, con un crecimiento de tan solo el 3%, equivalente a U$S 8400 millones, muy por debajo de la balanza comercial que efectivamente logró la administración kirchnerista.
Los economistas que elaboraron el trabajo –Alejandro Robba, AgustínD’Attellis, Emiliano Colombo y Fernanda Vallejos– plantean que sin lugar a dudas la crisis económica mundial, que hizo caer las exportaciones argentinas en un 3%, hubiese posicionado al mercado interno argentino como un destino propicio para colocar los productos del mundo, comprimiendo el superávit comercial y la cuenta corriente. Es decir, de no haber existido el control de importaciones se hubiera dado un escenario de enfrentamiento entre la economía nacional y una restricción externa. "Alejar la restricción externa es ponerle un fin a la historia de ciclos en los cuales se terminaba en crisis por esta vía. Al existir una falta de dólares para financiar el proceso de crecimiento te quedan dos caminos, o emitís deuda o administrás el comercio exterior para tener saldo positivo de divisas, y este último es el camino virtuoso que está dando resultado", señaló en diálogo con este diario D’Atellis.
CAÍDA. Los rubros en los que más impactaron las licencias no automáticas y las declaraciones juradas anticipadas fueron los bienes intermedios, que registraron una caída del 10%, y los bienes de consumo, que bajaron un 11 por ciento. En conjunto estos dos grupos de productos significan el 39% de las compras del país al mundo, razón por la que el gobierno nacional miró con especial atención esos rubros. No hay que olvidar que la administración del comercio exterior viene de la mano con una decisión política de avanzar hacia una progresiva sustitución de importaciones.
D’Atellis señaló que al estar en pleno proceso de reindustrialización de la economía tras décadas de destrucción fabril, la protección de ciertos sectores productivos es necesaria porque si se abre el ingreso indiscriminado de bienes se da un golpe mortal a la intención de volver a la producción nacional. "Se busca un mayor encadenamiento industrial puertas adentro, fomentando así la producción local de insumos clave para la industria y lograr un fuerte ahorro de divisas, en tiempos de una crisis internacional que no parece tener solución a corto plazo", señala el informe. En este proceso también se preservan y crean fuentes de empleo, ya que la sustitución y la generación de mayor valor agregado local motoriza al sector de pequeñas y medianas empresas, que encabezan la reindustrialización y demandan mucha mano de obra.
A pesar de los peligros que significa el contagio de la crisis, también es cierto que la caída de las importaciones tuvo un impulso de la difícil situación global. Los bienes de capital fueron los que más sufrieron la baja, con un 16%, producto de la merma de la actividad económica y la fuerza de la disminución de las inversiones en dicho período. En este proceso también se vieron atrapadas las piezas y accesorios de capital, que bajaron un 7% por su ligamiento al proceso inversor.
ENERGÍA. El déficit en el sector energético, que como se apuntó más arriba es una de las aristas que más erosiona el superávit comercial desde 2011, sumaba a septiembre de este año unos $ 3060 millones contra los $ 2900 millones del mismo período del año anterior, con un 5% de incremento. Sin embargo, analiza el informe, si se tiene en cuenta que del superávit energético de U$S 1760 millones de 2010 se había pasado a un déficit U$S 2784 millones en 2011, el ritmo tuvo una clara desaceleración. Al observar de cerca el desarrollo del área se observa que fue producto de la baja en la demanda de energía como producto de la menor actividad. Las cantidades no se modificaron en el cambio de período.
"Es de destacar que YPF redujo las importaciones en un 28%, lo que muestra a las claras el cambio en la política desde la expropiación del 51% de su paquete accionario", plantea el análisis. La petrolera renacionalizada en abril de este año es fundamental para el proceso de soberanía energética y la tarea de disminuir el déficit, ya que en 2011, cuando todavía estaba bajo el mando perjudicial de la española Repsol, representó el 23% de las importaciones totales.
DÓLAR. Otro de los aspectos sobre los que el informe pone su atención es que como producto de las políticas de administración del comercio se generó una menor presión sobre el dólar al aminorar su demanda para las compras al exterior. Esta situación le dio una nueva ventaja al Banco Central para aumentar el ritmo de compras en el mercado ante la mayor disponibilidad de divisas. «
"Si se abre el ingreso indiscriminado de bienes se da un golpe mortal a la intención de volver a la producción nacional", dijo el economista Agustin D’Attellis.
Alejandro Robba, de La Gran Makro y uno de los que trabajó en el informe que plantea una ruptura en la ligazón entre crecimiento de la economía y de las importaciones.
Tres consecuencias
Mejor resultado del comercio exterior. Se logra en términos de un balance comercial superavitario año tras año, en donde la restricción externa dejó sus características del pasado y ya no es un impedimento para el crecimiento económico del país.
Administración de las divisas para el desarrollo de sectores productivos estratégicos. El uso de divisas se redirecciona para asegurar los insumos necesarios en sectores que sustituyen importaciones y cooperan en la protección de la industria local.
Preservación del valor de la moneda. Al aminorar la presión sobre la demanda de dólares para el pago de importaciones, se facilita la tarea de la autoridad monetaria que encabeza Mercedes Marcó del Pont, que busca equilibrar y administrar el mercado de divisas. Así, decae la necesidad de ofrecer divisas para cubrir los desequilibrios en el mercado cambiario y que presionan hacia una devaluación de la moneda doméstica.
Además, se fortalece la capacidad del BCRA para captar las divisas excedentes en el mercado.
Impacto de la crisis
El escenario de crisis a nivel mundial tuvo su impacto también en la Argentina, cuyas exportaciones se vieron disminuidas en un 3 por ciento. Esta cifra se desprendió de que en el principal socio comercial del país, Brasil, las ventas cayeron un 6%, situación que se sumó a la menor demanda desde la Unión Europa, donde la caída alcanzó el 14%, y la desaceleración en China, que se reflejó en una disminución del 11% en el pedido de nuestras exportaciones al gigante asiático.
Fuente: Tiempo Argentino