HAY QUE GANAR MÁS DE 982,38 PESOS PARA NO SER POBRE
La estampida de precio no existió
Aunque el Gobierno cargó contra el lock out agropecuario por el desabastecimiento y los aumentos de precios que generó, el INDEC negó que haya tenido un impacto inflacionario de tal magnitud. Según el organismo, el índice de precios al consumidor (IPC) creció durante marzo un 1,1%, menos de un tercio de lo que estiman los analistas privados y las asociaciones de consumidores.
Los alimentos, bajo la óptica oficial, treparon sólo un 1,1% y acumulan un 3% desde diciembre. El asado subió 57 centavos y se mantuvo por debajo de los 10 pesos. La leche en sachet se encareció tres centavos y el pollo siete. El zapallo y el choclo bajaron más del 10 por ciento. El aceite de maíz no tuvo variaciones.
El INDEC no sólo ocultó la inflación generada por el lock out sino también la que impulsaron las minivacaciones de Semana Santa. Los precios oficiales del turismo cayeron un 1,7% respecto de febrero, pese a que en marzo viajó más gente a la costa atlántica que en el cierre de la temporada. Los valores fueron idénticos a los de marzo de 2007, siempre según el estudio oficial.
El único rubro donde se admitió un encarecimiento generalizado fue en la educación, que trepó un 7,6% en el mes. Pero la mayor parte respondió a los servicios y no a los útiles, donde el alza sólo fue del 1,9% contra febrero.
Respecto del inicio de clases de 2007, el INDEC reconoció un incremento de la canasta escolar del 15 por ciento. Para el Centro de Educación al Consumidor (CEC), el aumento fue del 40 por ciento. El resto de los grupos de usuarios da cuenta de alzas similares.
La presión de las Pascuas, la Semana Santa y el paro agropecuario se sumaron a las tradicionales alzas de marzo, cuando comienzan las clases y se renueva la temporada de ropa y calzado. Pero la indumentaria, para el organismo que conduce Ana Edwin, fue un 4,5% más barata que en diciembre y apenas un 0,2% más cara que en febrero, mes de liquidaciones.
Lo más llamativo fue lo ocurrido con los alimentos. El INDEC no omitió informar los precios de los productos que escasearon durante las tres semanas que duraron los bloqueos de rutas en el interior del país. Ésa había sido la metodología que siguió cuando se produjeron faltantes por motivos climáticos el año pasado.
Así, el IPC oficial incluyó valores promedio de ficción para el pollo (4,52 pesos el kilo), la carne picada (8,49 pesos), el asado (9,82) y el bife (10,69). Ninguno de esos productos se consiguió durante la mitad del mes, cuando empezó a tener efecto la medida de fuerza contra la suba de retenciones a la exportación de soja. De esta manera, la carne fue uno de los rubros que menos subieron en marzo a pesar del desabastecimiento por el paro del agro.
Lo que más preocupa a los grupos de consumidores es que los precios que se dispararon por los bloqueos no se hayan retrotraído aun a sus niveles previos, pese a que el abastecimiento terminó de normalizarse a una semana de su levantamiento. “El pollo subió de 6,50 a 10 pesos durante 20 días y después bajó. Pero la carne sigue más cara, el pan está un 10% arriba, el aceite pasó de cinco pesos a ocho y encima los supermercados lo están racionando”, protestó la presidenta del CEC, Susana Andrada.
En el informe oficial, las subas más importantes dentro de alimentos y bebidas se reconocieron en las carnes (3,4%), las verduras (2,2%) y los productos panificados (1,7%).
Los trabajadores del INDEC afiliados a ATE volvieron a protestar frente a la sede de Diagonal Sur y Alsina contra la manipulación de los índices. Los delegados apuntaron una vez más contra el secretario de Comercio Guillermo Moreno, a quien responden políticamente sus autoridades. Adhirieron diputados opositores y organizaciones de izquierda.
Además, el estudio sobre el IPC se difundió más de dos horas después de lo previsto. Sugestivamente, la página de internet del organismo estadístico también dejó de funcionar a media tarde y recién se normalizó por la noche.
Lo que no pudo evitar romper el equipo de Moreno es la regla tácita que lo guió durante casi todo el año pasado: que la inflación fuera una décima menor a la de 12 meses antes. En marzo de 2007, el dibujo oficial había marcado un 0,8 por ciento. En el primer trimestre del año, el Gobierno también tuvo que admitir una dinámica inflacionaria creciente: el alza acumulada es del 2,5%, frente a un 2,2% del período enero-marzo del año pasado.
Las consultoras privadas que miden la inflación desde que el INDEC empezó a perder credibilidad coinciden en que el alza promedio de los precios fue cercana al 3% y que los alimentos subieron más del 4 por ciento. Dos de ellas son Economía y Regiones (EyR) y Ecolatina. Esta última fue fundada por el ex ministro Roberto Lavagna.
Los precios mayoristas subieron apenas el 0,9 por ciento. Dentro de ellos, los bienes agropecuarios treparon en esa misma proporción.
El costo de la construcción, que también sintió en la realidad el impacto de los bloqueos de rutas, se mantuvo a raya en los papeles. Subió un 0,6% y acumula un 2,1% en lo que va del año.
Durante el último mes, por el lock out del campo, el Gobierno dejó de discutir la renovación metodológica del IPC, que había generado duras discusiones internas en el primer bimestre del año. De un lado, Moreno defendía la confección de un nuevo índice con menos productos y sin contar las variaciones estacionales.
Por otro, el ministro Martín Lousteau buscaba transparentar el cálculo y desplazar a los autoridades que reportan a su archirrival. El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, prometió cambios antes de mayo. La cuenta regresiva empezó a correr pero la atención pasó hace tiempo a asuntos más graves para el poder.
Si fuera por el INDEC, la situación actual de los trabajadores sería inmejorable. Al contrario de lo que advirtió Juan Domingo Perón para los períodos inflacionarios, los salarios subirían por el ascensor y los precios por la escalera. En febrero, según otro informe que difundió ayer, los sueldos fueron en promedio un 2,02% superiores a los de enero. La inflación oficial de ese mes había sido una cuarta parte de ese incremento: 0,5 por ciento. Los principales beneficiarios de esa bonanza fueron justamente los más castigados de la pirámide social: los empleados en negro. El INDEC estimó que sus ingresos nominales treparon un 4,27% en el segundo mes del año.
Los empleados públicos les siguieron con el 3,27% y los asalariados privados formales estuvieron a la zaga, con un 0,86 por ciento. En el último año, el índice de salarios del INDEC subió un 20,5% en términos nominales (es decir, en pesos sin computar el efecto de la inflación). Los sueldos del sector privado aumentaron un 15,3%, los del sector privado informal un 25,1% y los del sector público un 30,4 por ciento. Para los analistas, la divergencia entre las estadísticas de salarios y de precios dejan al descubierto la manipulación de los índices. Según apuntan, ningún empresario aceptaría conceder los incrementos salariales que declara el INDEC si no hubiera subas muy superiores a las que marca el índice de precios al consumidor (IPC).
Una familia necesitó reunir ingresos por 982,38 pesos en marzo para superar la pobreza, lo que implica un alza de 1,2% frente a febrero, según el INDEC. Para los economistas privados, esta cifra ronda los 1.300 pesos en la vida real.
Según el Gobierno, un matrimomio con dos hijos tuvo que conseguir 455,57 pesos para no caer en la indigencia, lo que representa una alza de 1,3 por ciento. Los datos corresponden a la canasta básica total (CBT) –que mide la pobreza– y la canasta básica alimentaria (CBA) –que mide la indigencia–. Con los resultados de marzo la CBT acumuló en el primer trimestre un salto de 2,85% y la CBA 3 por ciento. Los alimentos, productos que componen básicamente las dos canastas, subieron 1,1%, según el cálculo realizado por el INDEC. Para Artemio López, por cada punto de inflación, a ingresos constantes se suman 150.000 pobres. Y cada cinco puntos que se suman a la inflación de la canasta básica, con ingresos constantes, también su suman 150.000 pobres. (CRÍTICA DIGITAL)