La feria ilegal de "La Salada" no para de crecer
La Salada, la megaferia enclavada en Lomas de Zamora, crece sin pausa. ¿Cómo lo hace? Primero, multiplicando puestos en diferentes puntos del país: hoy ya son unos 180 los puntos de venta que se proveen de este shopping ilegal a cielo abierto. La novedad es que los desprendimientos llegaron a la Ciudad de Buenos Aires, donde hay una decena de ferias bautizadas "Saladitas".
La feria La Salada, catalogada por la Unión Europea como "emblema" del comercio ilegal, surgió hace 16 años cuando un pequeño grupo de ciudadanos bolivianos se instaló a vender ropa importada y comida a la intemperie. Desde entonces la feria no paró de crecer: ocupa unas 20 hectáreas y hay unos 15.000 puestos de venta ilegal de ropa, calzados, discos, películas, equipos de música, entre muchos otros rubros. La mayoría de los puestos se distribuyen entre tres grandes galpones y otros están afuera, debajo de puestos armados con maderas y chapas, lo largo de 15 cuadras a la orilla del riachuelo.
Según los informes de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria, el conurbano bonaerense, la tierra más fértil para sembrar estos emprendimientos, sólo en el rubro textil cuenta con 66 puestos nutridos por La Salada.
La novedad es que estas ferias textiles provistas de ropa falsificada o de procedencia incierta comenzaron a instalarse sin problemas en la Ciudad de Buenos Aires, a pocas cuadras de la Casa Rosada.
Según pudo comprobar LANACION.com en un recorrido por cinco barrios de la Capital hay una decena de "Saladitas" –incluso en algunos casos, se promocionan con ese nombre para ahorrarse el marketing. Retiro, Once, Constitución, Caballito y el centro porteño son los puntos más elegidos.
La Unión Europea calculó el año anterior que La Salada moviliza, sólo en textiles, unos 9 millones de dólares por semana y que unas 20.000 personas compran cada vez que se pone en marcha la feria.
En ese extenso informe expresó su preocupación por el crecimiento de este "emblema mundial del comercio y la producción de mercadería falsificada" y pidió "enfocar actividades y recursos en la lucha contra la falsificación".
Por el contrario, este paraíso de la ilegalidad no sólo no logra encaminarse a la formalización sino que encontró la manera de expandirse como un pulpo de mil brazos. (LA NACIÓN)