IT | ENCUESTA
La tecnología invade los dormitorios
Apenas el 0,4 por ciento de los hogares argentinos no tienen ningún equipamiento tecnológico, según surge de una encuesta oficial a la que accedió Clarín. En el resto de las casas, y más allá del poder adquisitivo de sus dueños, los aparatos parecen multiplicarse: en el 97,6 ya hay televisor, en el 93,5 radio AM-FM, en el 77,5 teléfono celular y en el 47,4 reproductor de CD.
Pero el sondeo detectó un fenómeno aún más interesante: cada vez es más común que la gente acomode sus artefactos high-tech en el dormitorio, ahí nomás de la cama.
Veamos los resultados de la encuesta:
En más de la mitad de los hogares -exactamente el 53,5 por ciento- hay una tevé ubicada en un cuarto.
En el 39,1 de los hogares con PC, la compu está en el dormitorio.
De los que tienen videocasetera, el 23,2 eligió colocarla en su pieza.
El 27,5 de los reproductores de DVD están en el dormitorio.
El 29 por ciento de reproductores de CD también están cerca de una cama.
El 51,9 de las consolas de juegos también se encuentran ubicadas en cuartos.
"Los resultados de la encuesta más que sorprenderme me confirmaron una hipótesis: la de la migración de las pantallas. En los años 60 y 70 era muy extraño encontrar un televisor fuera del living y directamente era imposible que hubiera uno en el dormitorio de los chicos. Ahora los televisores se multiplican dentro de los hogares y quedan bajo otra mirada y otro control y administración", dijo a Clarín Luis Alberto Quevedo, uno de los responsables del sondeo.
La encuesta -fueron entrevistadas 3.020 personas en todo el país- forma parte de un estudio sobre consumos culturales.
Continúa Quevedo: "Lo otro que veo es la personalización del uso de las tecnologías. Cada uno tiene su parque de medios orientado a lo que cada uno desea. Antes una computadora era para toda la casa; ahora, en cambio, y dependiendo del poder adquisitivo, cada uno tiene la suya".
Para la socióloga Ana Wortman, profesora titular de la cátedra Individuo y Sociedad de Consumo de la carrera de Sociología de la UBA, estos usos de la tecnología en el hogar "dan cuenta de las transformaciones en las actividades familiares. Cada vez menos se comparten los rituales familiares de comer todos juntos o de ver tele todos juntos. La tecnología no genera el cambio en las prácticas sino que las facilita".
Wortman sostuvo, además, que "esto obedece a una tendencia a la personalización. Escucho la música que yo quiero, veo la tele que yo quiero, uso mi notebook. La tecnología acompaña este proceso de individualización de las sociedades contemporáneas". Ni la propia profesora parece escapar a esta tendencia: tiene un "home theater" en su dormitorio.
Para la investigadora del CONICET Susana Finquelievich, "los cuartos se están volviendo cada vez más autosuficientes de tecnología. ¿El motivo? El cuarto es el lugar de la clase media donde se vive de a uno o de a dos y donde se tiene cierta privacidad. Los livings, en cambio, son para compartir".
Más allá de su abaratamiento, Finquelievich encuentra otra razón que explica por qué se multiplican los equipos dentro de los hogares: "Un programa televisivo se puede compartir, pero no el zapping que permite llegar a la decisión final sobre el programa que se verá. Cada uno quiere escuchar su música, ver su película, usar su celular. Esta es una tendencia marcada por el mismo mercado porque así se pueden vender más equipos para un mismo hogar".
En las cadenas de ventas de electrodomésticos también vienen siguiendo con detenimiento esta tendencia.
"Es un fenómeno muy notable principalmente en los niveles más altos y de a poco se va derramando hacia abajo", explica Enrique Germano, director Comercial de Garbarino. Y añade: "Hay equipos que antes eran sólo para el living y hoy llegan al dormitorio, como los aires acondicionados split, las notebooks y los televisores LCD. Ahora se están vendiendo muchos LCD de 32 o 25 pulgadas. Son aparatos ’muy chicos’ para un living; la mayor parte va a los cuartos".
Y ya que estamos con las teles de última generación, la encuesta también permitió averiguar en cuántos hogares argentinos hay televisores de plasma: en el 0,9 por ciento. Por más que en apenas unos años sus precios cayeron a la mitad -algunos modelos se consiguen por poco más de 7.000 pesos-, aún es un chiche para pocos. (CLARÍN)