EXPECTATIVA
Lousteau: cómo seguirá la economía
El año 2008 tiene crecimiento asegurado. También habrá más superávit fiscal y comercial y la recaudación llegará a otro récord. El gran interrogante es el efecto de la inflación, la escasez de energía y los problemas para tener un tipo de cambio competitivo.
No sólo es el Ministro más joven sino que, además, podría convertirse en uno de los más afortunados en la historia argentina. Llegó al Palacio de Hacienda en uno de momentos más brillantes de la economía local y, más allá de sus conocidas condiciones profesionales, también parece cierto que tendría la fortuna de aquellos que están "en el lugar justo, en el momento adecuado". Incluso para el marco de los lábiles "apoyos políticos" que la administración de los Kirchner suele darle a su gente de confianza. Y a quienes llegan tomados de esas manos.
El Ministro encuentra un panorama que, para muchos de sus colegas de otros países, resultaría envidiable. Los números fiscales reflejan una consistente robustez. Los precios de los productos que la Argentina exporta crecieron 22% en el año y, sólo por las retenciones, esta administración recibirá, en 2008, 2.500 millones de dólares más que en 2007. La recaudación global, que también crece al ritmo del consumo y las ganancias empresarias, trepará un 16% (supuesto oficial), hasta los 230.000 millones de pesos.
Por esa causa, los depósitos oficiales no dejan de crecer y el Gobierno no tendría problemas para cubrir los vencimientos de la deuda incluso con fondos propios. El excedente comercial, por su parte, haría crecer las reservas hasta los 60.000 millones de dólares, generando un superávit cuasifiscal que se sumaría a los recursos oficiales.
La mayoría de los especialistas considera que el desempleo seguirá bajando –a un ritmo menor que hasta ahora, eso sí– hasta estacionarse en torno al 7%, para llegar casi a la situación de "pleno empleo". Y el aumento de la masa salarial retroalimentará el consumo interno y fogoneará una mayor inversión reproductiva.
Y, como si fuera poco, madurarán algunas inversiones importantes y se concretarán algunos proyectos importantes anunciados a lo largo de 2007. Parecen ser demasiadas buenas noticias. Con el crecimiento económico "asegurado", un breve repaso de algunas de las otras cuestiones, urgentes y no tanto, que deberá enfrentar el Ministro, incluiría: inflación, INDEC, salarios, energía, financiamiento a mediano y largo plazo para la inversión, tipo de cambio competitivo, distribución del ingreso y renegociación de la deuda con el Club de París. El listado, por supuesto, no es excluyente.
Con muchos temas "resueltos", la sumatoria de los "conflictos" parece agobiante. Pero no siempre la primera impresión es la verdadera. Sobre todo porque muchas de las cuestiones que ocuparán su tiempo (o, al menos, que parecerían ser de su incumbencia), en realidad serán manejadas por otros funcionarios.
Aunque será Lousteau quien cargue con los costos (y potenciales ganancias), aunque sin poder reclamar el "beneficio de inventario". Pruebas ya tiene: por ejemplo, saber quién es el que fija el precio para la leche. O cerrar los registros para la exportación de trigo y carne. O subir las tarifas.
Quizás haya que tener presente que, al menos en la galaxia K, no importa tanto la suma de tareas formales, sino la posibilidad cierta de hacerlas. Y que los espacios políticos que se ofrecen, si no se llenan pronto, nunca quedan vacíos.
Cintura negociadora
Pero más allá de todo esto, parece evidente que existen temas que van a requerir complejas negociaciones, y cintura política, para enfrentarlos y resolverlos.
El más significativo para la población parece ser el de la suba de precios, sobre todo los de la canasta básica de alimentos. En el reportaje que le brindó a Clarín (publicado el 23 de diciembre), Lousteau, por ejemplo, dijo que "la inflación es un tema que ocupa al Gobierno, no lo preocupa". Y que para 2008 espera un nivel de aumentos similares a los de este año.
Es verdad que, en función de la particular división de tareas del oficialismo, el control de la inflación recae sobre el Secretario de Comercio Interior, que goza de una especie de autarquía respecto de Lousteau (y de sus predecesores). Sin embargo, a partir de la segunda mitad de 2006, los sistemas de acuerdos de precios y similares no funcionaron. Y las retenciones, subsidios cruzados y demás herramientas ad hoc, concluyeron en la intervención al INDEC como el único control eficiente de la inflación.
Y la cuestión de los precios, que el Ministro no maneja, tiene impacto directo sobre algunos temas que, todo indica, sí tendrán que ver con su gestión. Por caso: un tipo de cambio competitivo.
Si la inflación dispara los pedidos de aumentos salariales y se generaliza un nivel de aumentos de precios de entre 15% y 20%, como señala la mayoría de los especialistas, la suba de costos tendrá impacto directo en la competitividad de la producción local.
Los empresarios, por su parte, transfieren a precios sus mayores costos salariales ya que la demanda interna sigue firme. Y de vuelta a empezar. ¿Cómo se podrá mantener ese tipo de cambio real competitivo en ese marco? El mejor remedio contra la suba de precios es incrementar la producción y, para esto, es esencial aumentar la inversión. Esta variable crece, es verdad, pero no a la velocidad requerida para compensar el aumento de la demanda.
Y si se requiere más energía para producir, ¿quién la garantizará? ¿O el gas oil para levantar la cosecha récord? Más que los temas, parece importante tener la capacidad política de resolverlos. Y eso no está escrito en ninguna agenda. (IECO)