Para el asesor económico de la CGT, la crisis se revierte con el aumento de salarios
"Hay que discutir la distribución del ingreso para poder enfrentar la crisis". Con esta premisa encara la Confederación General del Trabajo (CGT) el inminente comienzo de las discusiones paritarias, clave en un año de palpable retracción económica y en el que las empresas prefieren hablar de "conservación de los puestos de trabajo".
Pero el pensamiento de José Sbatella, ex funcionario del Gobierno y actual asesor de la Secretaría de Estadística y Defensa del Consumidor de la central obrera, es otro. En los informes que prepara para el líder Hugo Moyano, escribe que sólo con una mejora significativa de los sueldos más bajos se pueden sortear los efectos locales de la debacle global.
En un diálogo exclusivo con este medio, el hombre que se fue de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia enfrentado con el secretario Guillermo Moreno, asegura que los trabajadores no pueden pedir menos de un 18% de incremento. El Estado debe -si hace falta- ir al déficit para solventar un shock de demanda. "Keynes nunca dijo que hay que mantener el superávit en tiempos de crisis", desafía.
Sbatella no se muestra como un economista tradicional. En el Instituto de Estudios Fiscales y Económicos que preside, cita a Karl Marx para explicar la acumulación de capital y se apoya en Max Weber para entender la política detrás de los números. Asegura que el mundo atraviesa una crisis tradicional del capitalismo producto de una baja del promedio salarial mundial que llevó a las familias a endeudarse en exceso.
El default de los hogares hizo volar por los aires los derivados que había inventado la desregulación financiera, aduce. Y apunta que se equivoca Barack Obama al plantearse el rescate de los bancos como estrategia de reactivación.
En ese marasmo, ¿cómo estamos?
Lo preocupante es el arrastre del último trimestre del año pasado. De alguna manera se frenó la actividad industrial. Nosotros en el estudio tenemos un índice de demanda laboral en La Plata, que desde el conflicto con el campo nos venía dando negativo, por lo que si se mide la desocupación va a dar que se amesetó, si no sube.
¿Freno con inflación?
La teoría de inflación que tengo yo es la de puja de sectores. La inflación en la Argentina se congeló con la desocupación al 20%. Pero eso cambia con el índice de un dígito de desocupación. Se vuelve a un escenario que se murió en 1977. Estuvimos siguiendo el índice de precios implícitos del consumo privado, que se separa de la inflación minorista que mide el Indec en diciembre de 2006, con la intervención del Indec en enero de 2007. El índice de consumo privado, que mide la canasta media de los ciudadanos, acerca una idea de la inflación. En 2007 casi llegó al 23%. En 2008 bajó al 19 y ahora hay un proceso de descenso que en las discusiones casi duplica el IPC, dejándolo en el 14%. Ese escenario habilitaba que 2009 fuera un año de distribución del ingreso, donde la tasa de inflación presagiaba un conflicto fuerte porque las patronales se preparaban para la disputa por el salario.
¿Eso cambia con el recrudecimiento de la crisis?
Cuando aparece la crisis internacional, los empresarios locales la agrandan, en función de esquivar la discusión salarial por distribución del ingreso y plantean canjear salarios por estabilidad. Eso no es por la crisis global, es porque se había agotado una etapa y entrábamos en una discusión por la distribución del ingreso.
¿Usted considera que hoy la Argentina igual podría tener ese debate?
Cambió el escenario de la discusión, pero no cambió la necesidad del consumo interno para zafar incluso de la crisis.
¿Ese 14% de aumento del costo de vida que señala es el aumento que bajará la CGT a las paritarias?
Habría que sumarle el 4% de crecimiento real de la economía, lo que daría un 18%.
¿El 4% que dice el Presupuesto 2009? ¿No es irreal?
Y bueno, es el número que se iba a tirar en paritarias. Saquemos la crisis. Ese número mantenía la posición del poder adquisitivo. En la crisis, la gran discusión es cuál es la solución si yo quiero mantener la actividad interna y no perder empleo. Si yo genero ingreso en el sector que tiene capacidad de ahorro -el quinto quintil, por ejemplo- se va al colchón o a dólares y se va. ¿A quién le pongo plata en la crisis? A los jubilados, a la ayuda social y a los asalariados de menos de 3.000 pesos, que es el 60% de la población. Ese es el universo al cual yo tendría que inyectar fondos en la crisis, para proteger el mercado interno para que se mantenga la actividad y el empleo. Eso me genera la necesidad de recursos.
¿Debe inyectarlos el Estado?
Tendría que buscar la manera de hacerlo, porque es la única forma de que la crisis no pegue en el sector que movía a la Argentina, porque el sector con capacidad de ahorro, si le pongo plata, la pasa a dólares. Esa expectativa de no consumo genera mayor recesión. Y por algo hay fuga de capitales mensualmente. En vez de plantearse un salvataje de las empresas o de los bancos, el salvataje viene por el lado de lo que pueden consumir. En el caso de la Argentina, la experiencia de 2002 de solventar la crisis en el Conurbano -con las retenciones se pasó de 100.000 planes sociales a 2.000.000- hoy debería traducirse a mejoras salariales, aumento de los mínimos y subsidios. Es lo que están pidiendo tanto la CGT, como también la Central de Trabajadores Argentinos.
SHOCK DE INGRESOS
Desde la Unión Industrial Argentina plantean que hoy es prioritario mantener los puestos de trabajo, quizás a costa de congelar sueldos. ¿Qué dice?
Hay que conservar el empleo con salarios más altos, porque los empresarios no van a tener la demanda externa y van a tener que volcar la producción al mercado local. Tienen que sustituir demanda externa por interna. Algunos lo van a poder a hacer, otros no: los que trabajan en logística de exportación están despidiendo, tipo hormiga, pero están despidiendo. El motor queda adentro por un tiempo, y hay que ponerle combustible. Tienen capacidad de gasto los que consumen todo.
¿Apuntan en esa línea los préstamos oficiales para alentar el consumo?
Los que consumen todo no sacan créditos. Hay una ilusión de que van a tomar créditos, pero no van a tomar créditos si no saben si van a conservar el trabajo. Estados Unidos tiene tasa cero y nadie pide préstamos. Acá encima los créditos son caros.
¿Entonces?
La única solución es elevar los pisos de los salarios básicos y mejorar la ayuda social. Se llama mantener el costo de reproducción social más alto, para que puedan gastar.
¿Y eso con qué plata? ¿La Anses lo puede todo con los fondos que eran de las AFJP?
Ocurre que se sobreactúa el superávit fiscal. Si uno va para la academia, John Keynes jamás dijo que había que tener superávit fiscal cuando hay crisis. La teoría del superávit fiscal funciona cuando estamos en el auge, pero cuando estamos en crisis el superávit fiscal es cuestionable. Eso lo tiene claro Estados Unidos, que se plantea revertirlo en cinco años. Hay que tener claro cómo usar el superávit. No se puede pensar en recaudar para congelar la plata. U obra pública o reparto de ingresos al sector de mayor propensión a consumir. No se puede pensar en que la gente se endeude, hay que inyectar fondos para que la gente consuma ya.
¿Cómo se hace?
Eso implica que los salarios básicos tienen que subir. Por eso en la CGT no se callan y piden aumento de salarios, porque saben que el efecto multiplicador lo garantizan ellos.
¿Cuál es su pronóstico real de crecimiento?
Si el año pasado -con crisis creciente- el crecimiento fue del 7%, el arrastre pintaba a un mínimo de 2% de crecimiento. Pero la gran incógnita es la sobreactuación de la crisis por el lado empresario, por un lado, más algún grado de mayor pérdida de empleo o baja de ventas. Si no hay política... si quieren mantener el superávit, vamos a tasa cero. En algunas provincias se ve que hay crisis, y entonces restringen el gasto. Es la inversa de la teoría y de lo que pide el Gobierno, que es que la gente gaste.