Por miedo a un "corralito" en EE.UU. vuelven capitales de argentinos en el exterior

María M. llamó por teléfono a una agencia de bolsa de la City y preguntó cuánto le costaba traer sus ahorros desde Estados Unidos. En total tenía unos 250 mil dólares depositados en el Wachovia, uno de los bancos rescatados en medio de la crisis en Estados Unidos. A María le pasaron un presupuesto de 8.750 dólares, equivalentes al 3,5% de su colocación. Dio el visto bueno y en 24 horas pudo reencontrarse con su dinero. Como María, hay miles de argentinos que están repatriando ahorros. En el Gobierno estiman que en el último mes llegaron 1.000 millones de dólares desde Wall Street. Y analizan flexibilizar normas para acelerar el ingreso de capitales.

La repatriación de divisas se produce por la desconfianza de los inversores en el sistema financiero estadounidense. Impensable hasta hace poco tiempo, en Estados Unidos, y también en Europa, existe una corrida de ahorristas que sacan su dinero de los bancos por temor a un corralito. El caso argentino se expande por las casillas de correo electrónico de los inversores. Fue en este contexto que el proyecto de salvataje bancario por 700 mil millones de dólares elevó la garantía de los depósitos de 100 mil a 250 mil dólares.

El ingreso de dólares desde el exterior, revelado por Crítica de la Argentina hace dos semanas, se aceleró en las últimas jornadas con la profundización de la crisis financiera en Estados Unidos. Por ese motivo, el costo de repatriar el dinero se encareció del 2 al 3,5% del capital.

La mayor parte del dinero que se trae es “en negro”, no declarado ante la AFIP, y por eso no hay un cálculo exacto sobre el volumen de la repatriación.

Fuentes oficiales dijeron a este diario que, al menos por ahora, no se nota un reingreso del dinero a los circuitos formales. La estimación es que una buena porción va a parar a cajas de seguridad en los bancos. El problema es que, al menos en la Capital, es muy difícil conseguir vacantes. Justamente, algunas agencias bursátiles están ofreciendo subalquilar las propias –las más importantes de la City tienen varias de las más grandes en los principales bancos– para atraer a los clientes ansiosos. Se estima también que el colchón volvió a convertirse en refugio de billetes. La plaza uruguaya, por último, recobró también el interés de los ahorristas.

Los funcionarios consultados observan en este fenómeno una verdadera chance de que el dinero que ingresa se vuelque a la economía real. Lo más probable, afirman, es que en algún momento se focalice en proyectos inmobiliarios. En la Argentina, las propiedades fueron una inversión segura, incluso en estos momentos. A diferencia de otros lugares, como Estados Unidos y España, los valores no están inflados, no existe una burbuja, ya que la crisis de 2001 replegó el crédito hipotecario.

El Ministerio de Economía tiene preparado un proyecto de blanqueo de capitales. La idea es seducir a los inversores argentinos que en los últimos años sacaron la plata del país y que ahora temen perderlo todo ya que se encuentra en entidades financieras que tambalean. Una de las iniciativas en análisis propone una regularización de los fondos sin costos. El dinero empezaría a tributar a partir de una fecha a futuro. La idea de máxima es que esos fondos puedan volcarse a la producción. El esquema se realizaría mediante la suscripción de un bono que emitiría el Banco Central. En los primeros borradores armados en los despachos oficiales se daba cuenta de una entrada de capitales en torno a los 10 mil millones de dólares. Ahora, creen, ese monto podría alcanzarse más fácilmente si continúan las turbulencias y se acrecienta el temor de los inversores.

Mientras tanto, la forma para entrar el dinero es la siguiente:

* El inversor con dólares en el exterior compra un bono argentino con cotización en Wall Street.

* Lo transfiere a Buenos Aires de manera electrónica.

* Una vez transferido, lo vende en la plaza local.

* Con los pesos recibidos, vuelve a comprar los dólares.

Operaciones como éstas se multiplican a diario en la City mientras tiembla Wall Street.

(CRÍTICA DE LA ARGENTINA)