¿Qué puede aportar la filosofía a la dirección de una empresa?
En las tareas directivas de la gestión empresarial se destacan cinco dimensiones: conocimiento técnico, visión, orientación a la acción, capacidad de relación interpersonal (inteligencia emocional) y reflexividad.
En el liderazgo empresarial se deben dar siempre las cinco, aunque en proporciones distintas de acuerdo con los contextos y las situaciones.
Generalmente, un manager se ha preparado para resolver problemas técnicos. A lo largo de su formación, ha aprendido un conjunto de técnicas y habilidades para responder a los desafíos del "día a día" empresarial.
El ejecutivo dispone de una "caja de herramientas" y selecciona la más apropiada para resolver cada caso (financiero, contable, comercial, etc.)
Ahora bien, el filósofo puede contribuir a resolver problemas "adaptativos", es decir, problemas para los que no existen soluciones técnicas estandarizadas, sencillamente porque el problema es inédito y exige retos de creatividad e innovación organizacional.
En estos casos, el camino hacia la solución comienza por descubrir la naturaleza del problema, los cambios que exige, cómo puede la empresa adaptarse a esos cambios y cómo ponerse de acuerdo para la elección de la mejor solución y su implementación.
El filósofo puede aportar aquí una mirada diferente y una manera distinta de conducir el cambio.
En líneas más generales, el filósofo puede aportar valor en dos de las cinco dimensiones fundamentales del liderazgo empresarial: la visión y la reflexividad.
Con la visión, incorpora sentido, direccionalidad y estrategia.
Con la reflexividad, contribuye al autoconocimiento organizativo, a la identificación y refuerzo de sus valores y, en definitiva, a saber por qué la empresa está aquí y qué está haciendo.
Ahora bien, ¿esto significa que las empresas deberían salir a contratar filósofos como gerentes o asesores?
En realidad, por sí mismo, no tiene sentido contratar a un filósofo para una empresa. Tiene sentido contratar a un filósofo que además dispone de conocimientos empresariales.
La actividad empresarial está orientada a la acción pero corre el riesgo de caer en la inercia.
En la tarea directiva, la acción debe ser una acción reflexiva (o bien una refle-acción) que combine la orientación a resultados con el pensamiento estratégico y la construcción de sentido.
Para esta tarea, la condición de filósofo es especialmente válida. (MATERIA BIZ)