¿Qué puede vender el país y a qué países?
"El tema central es aumentar las exportaciones para que el país no repita el problema en la balanza de pagos", manifestó el canciller Felipe Solá tras concretarse la primera reunión interministerial del gabinete de comercio exterior, uno de los cuatro nuevos equipos de trabajo creados por el gobierno, que funcionan como articuladores de políticas públicas pero también dan indicios del plan económico del gobierno de Alberto Fernández.
El ministro de Relaciones Exteriores cumple un rol protagónico en este equipo por tener a cargo el área del comercio exterior, que en los últimos años dependía de Producción. Sus declaraciones retomaron un histórico debate dentro del mundo económico que tiene que ver con la restricción externa y las posibilidades de crecimiento y desarrollo a través de las exportaciones.
El parate mundial
La tarea del gabinete de comercio exterior es complicada porque "en un contexto de crisis mundial como el que estamos atravesando, el mercado no demanda, va a ser difícil vender mas allá de las cuestiones de precios, ventajas o tipos de productos", señala Igal Kejsefman, economista de OCEPP e investigador del Conicet de la relación entre comercio exterior y el ciclo económico argentino al ser consultado por Página 12.
Roberto Feletti, secretario administrativo del Senado de la Provincia de Buenos Aires y ex secretario de Política Económica, coincide con este punto y agrega que es difícil pensar hoy una salida exportadora, aunque destaca su importancia en la busqueda del equilibrio del sector externo.
"Las exportaciones, en el mejor de los casos, representan el 15 por ciento de la demanda agregada del país. Si bien son proveedoras de divisas no son la locomotora de la demanda como para generar un proceso acelarado de expansión e inversión", explica.
Durante el pico exportador de 83.000 millones de dólares en 2011 hubo dos corrientes principales: los productos primarios y Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA), principalmente destinados a Asia- Pacífico y a los países del norte de África; y las Manufacturas de Origen Industrial (MOI), destinadas sobre todo a mercados sudamericanos con predominio en Brasil.
"Para tener una dinámica exportadora en términos de manufactura y valor agregado el mercado objetivo es Sudamérica, con la complejidad del cambio de sendero de inserción internacional de Brasil en detrimento de Argentina. En cambio, si el objetivo es agregar valor a los productos primarios el objetivo es Africa y Asia", expone Feletti.
Sectores
Los economistas coinciden en que hay dos segmentos en los cuales Argentina podría ampliar su oferta de exportaciones: uno vinculado a la MOA, donde el país tiene ventajas importantes con respecto a muchos países, además de una tradición muy larga de producción alimenticia y la industria del conocimiento o exportación de software.
"Argentina tiene un nivel educativo muy alto con respecto a América latina en general, y esta industria requiere pocos dólares para ponerse en marcha y recursos humanos calificados. Es muy competitivo a nivel mundial", apunta Kejsefman.
Destaca la importancia de la participación estatal no sólo en la regulación sino como productora de exportaciones para garantizar un impacto distributivo del ingreso de divisas.
José Luis Lopetegui, secretario de Comercio Exterior de CAME, coincide en que "le deberíamos dar énfasis también al desarrollo de las potencialidades competitivas de las pymes. La exportación de software y de conocimiento alcanzó valores superiores a la de carne".
En este sentido, Guido Lorenzo, director ejecutivo de la consultora LCG, sugiere que la estrategia de potenciar al agro debería ser complementada con una visión más moderna: "Hay sectores que destacan por su calidad, pero no podemos pretender basar las exportaciones en servicios tan dependientes de un tipo de cambio alto, sino de buscar los lugares donde el país tiene una ventaja comparativa por calidad, y ahí se puede explotar el capital humano del país, que es muy rico. Se necesita estabilidad y consistencia. Es un trabajo largo pero alguien lo tiene que empezar".
Por Natalí Risso
Fuente: Página/12