Santa Fe necesita fondos para obra pública

“Buenos tiempos” fue el eslogan de la campaña que en 2007 llevó a Hermes Binner a la gobernación santafesina, cuando derrotó al candidato del Frente para la Victoria Rafael Bielsa por 864 mil votos (48%) contra 688 mil (38%). Aquella victoria marcó una bisagra en la historia de los inquilinos de la Casa Gris, que desde 1983 había sido ocupada por el justicialismo de manera consecutiva. Dos años más tarde, este médico anestesista, nacido en Rafaela en 1943, comprobó que los tiempos no han sido buenos ni fáciles como él hubiese deseado. Su gestión encontró las dificultades propias del impacto de la crisis internacional y del conflicto del gobierno nacional con el campo, más el escollo extra de una oposición, que no le dejó el camino allanado y que ya trabaja para volver a gobernar.

La primera señal de cambio que ofreció el socialista fue haber autoexcluido la figura del gobernador en el proceso de designación de jueces provinciales. Un paso que luego sería continuado con una reforma del sistema de enjuiciamiento penal aun en ciernes y bajo polémica. El objetivo es que Santa Fe abandone el juicio escrito (es la última provincia donde aún se juzgan así los delitos penales). Se los quiere reemplazar por un modelo acusatorio y oral. Allí comenzó a aflorar un enfrentamiento ya explícito con la corporación judicial y con la Corte. No sería el único frente de conflicto.

Otra marca de esta gestión fue descentralizar la administración en cinco regiones, y elaborar desde cada una de ellas, en asambleas ciudadanas con organizaciones civiles, el Plan Estratégico Provincial.

Pero el camino del socialista fue invariablemente cuesta arriba. Ya en su primer año de gestión, con un déficit de 568 millones de pesos, Binner intentó que la Legislatura le aprobara una reforma tributaria que le aportara oxígeno al Tesoro provincial y a los municipios y comunas, y de paso corrigiera las “inequidades impositivas”, como la exención del impuesto a los Ingresos Brutos para las industrias. Por mandato constitucional, la mayoría en la Cámara de Diputados provincial siempre queda asegurada para el signo partidario de quien ocupe el Ejecutivo. El problema de Binner fue –y sigue siendo– el Senado, donde el PJ hace valer su mayoría. La oposición –apoyada en el lobby de distintos sectores empresariales– bochó la reforma, acusó al Ejecutivo de multiplicar el gasto y el gobierno quedó con un estrecho margen de acción. Este año, la falta de recursos se hizo notar. La presión gremial por mejoras salariales arrinconó a la Casa Gris, que vio así terminar su idilio con el sindicato docente de Amsafé y soportar las primeras huelgas. Algunas acciones como el otorgamiento de un aumento salarial a principios de año, la titularización de cargos y otros beneficios no bastaron para descomprimir la demanda. Los maestros terminaron el año sin haber conseguido el aumento exigido y ahora amenazan con no iniciar las clases en 2010.

OBRAS. La administración del Frente Progresista ha presentado un plan de unas 120 obras públicas –algunas en proceso, otras en licitación, otras en proyecto– que la realidad de los números –admiten en el gobierno– escamoteará bastante. En su mayoría, son escuelas, hospitales regionales y centros de salud distribuidos a lo largo de la geografía santafesina. También se cuenta la construcción de 12 acueductos para completar el abastecimiento de agua potable en la provincia. La llave para destrabar estos planes está en el segundo de reforma impositiva que se encuentra en discusión en la Legislatura. Se trata de otra batalla en la que el PJ no está dispuesto a ceder porque entiende que dejando al Ejecutivo corto de fondos crecerán sus expectativas en la elección de 2011, en la que Binner –cuya imagen positiva se mantiene arriba en las encuestas– no puede volver a presentarse como candidato.

QUIÉN SIGUE. La sucesión del rafaelino está aún en el terreno de la incógnita, como también lo está su latente candidatura presidencial para 2011. Su ministro de Gobierno y Reforma del Estado, Antonio Bonfatti, despunta como un posible sucesor, pero desde que el intendente radical de Santa Fe, Mario Barletta, obtuvo un triunfo holgado en las elecciones locales, la UCR reclama espacio propio dentro del Frente Progresista para disputar la gobernación. En Santa Fe, el final todavía está abierto y lejos de predecirse.(CRÍTICA DIGITAL)