Se evitó por ahora la fractura de la CGT

Habían pasado un puñado de horas de la gélida mañana de ayer, cuando uno de los "independientes" se contactó con uno de los más influyentes dirigentes de los "Gordos" y le dijo, adelantando el ánimo de la reunión: "No somos rupturistas, vamos para recomponer y seguir adelante".

El otro hizo silencio, y masculló sus dudas con uno de sus aliados minutos después. "No se a qué vienen éstos", le dijo. Con ese esquema de desconfianza, y midiendo como ajedrecistas las piezas que se movían, ayer estuvieron reunidos durante 5 horas en la sede del gremio de Sanidad los "gordos" e "independientes", un núcleo de "rebeldes" a la conducción de Hugo Moyano, que antes de arrancar a degustar un liviano pescado con agua mineral, ya tenían claras las divisiones de cada lado. Andrés Rodríguez de los estatales de UPCN y Gerardo Martínez de la UOCRA fueron a evitar la fractura, y del lado de enfrente la pregunta era a la inversa: ¿Para qué quedarnos si Hugo no va cambiar? Aunque hubo comentarios ásperos y el intercambio entre los dirigentes incluyó varias revelaciones sobre la presión que metió el Gobierno para que la CGT no vaya al quiebre, las discusiones nunca subieron de tono. A la salida, sin embargo, cada uno expuso visiones contrapuestas.

"Gerardo vino con la idea de que hay un cambio posible, que se viene un Moyano diferente", dijo uno de los Gordos. Sin embargo, este dirigente se mostró escéptico sobre el futuro y admitió: "La situación está atada con alambres". "Nuestra salida es una cuestión de tiempo salvo que el Gobierno sorprenda, Cristina nos convoque a todos y haya señales contundentes de que la CGT no es Moyano", insistían desde ese sector tras el encuentro. En la reunión, el trazo grueso sobre el camino a seguir para evitar la ruptura se fue encontrando con el correr de las horas. Pero en el desenlace nadie salió con mucho optimismo.

En principio, los "gordos" cedieron posiciones a desgano y los "independientes" aseguraban que Moyano tuvo que retroceder con su pedido de disculpas. Las divergencias quedaron incluso expuestas ante los periodistas. La decisión de hablar en público fue discutida hasta último minuto -los sindicalistas estaban preocupados por la presencia de los movileros de CQC-, y cuando tuvieron el micrófono enfrente cada uno planteó su juego. Gerardo Martínez dijo que hay "un ambiente diferente", y que están dispuestos a volver a las reuniones de Consejo Directivo, Andrés Rodríguez expresó que la participación de este núcleo en el Consejo Directivo está condicionada a que exista una "verdadera conducción colegiada", y Armando Cavallieri apuntó que Moyano no puede seguir "conduciendo la CGT como si fuera Camioneros". Esas palabras graficaron las disidencias internas.

Para lo que viene, una vez más Julio De Vido será el responsable de mantener a flote la convivencia. El ministro de Planificación fue "habilitado nuevamente por el poder" -esos términos utilizó un dirigente-, para tratar de evitar la fractura. Fue por un pedido de Cristina -se comentó en la reunión-, preocupada por una ruptura en este marco de "diálogo".(CLARÍN)