SOCIEDAD
Todos los oficios son denigrados con un prejuicio
Un campesino pasa frente a una lápida que dice: “aquí yace un abogado, un hombre honrado, un hombre íntegro". El campesino se persigna y dice asustado: "¡Virgen Santísima! ¡Enterraron a tres hombres en la misma fosa!”.
Los chistes son, tal vez, la puerta por donde más se cuela, en forma solapada, la desconfianza de los mortales. Que los abogados son ladrones; que los médicos, comerciantes o que los psicólogos, mentirosos, son algunas de las generalizaciones que revelan que la tendencia a sospechar no solamente se extiende a los funcionarios o a las personas relacionadas con la cosa pública.
Según el psicólogo en Psicología de masas Daniel Zalazar Romero, la gente suele englobar a todo un grupo bajo un mismo mote como una forma de defenderse. “Son capaces de criticar cualquier profesión o nombre que caiga bajo su juicio porque, de esa manera, se están excusando de no hacer nada: son, generalmente, personas mediocres”, explica.
El sociólogo señala que este tipo de personas no se esmeran ni por cambiar ni por modificar su entorno. "Es un mecanismo de defensa: el individuo siempre intentará denigrar a su superior o a quien haya alcanzado el éxito porque de esa manera legitima su falta de normas. Es un círculo vicioso, y también un prejuicio: un juicio previo que se realiza sin tomar los elementos necesarios para hacerlo válido", expresa.
"Así, por ejemplo, porque el abogado sabe de leyes, es corrupto; porque el psicólogo está en condiciones de aliviar el mal psíquico, es un neurótico por excelencia. De cada profesión hay un rótulo”, sonríe el experto.
“El mediocre tiende también a desconfiar de aquellos que alcanzaron la fama en su provincia, porque no concibe que su propio vecino sea exitoso: eso implicaría preguntarse porque él no lo es. Tiene que denigrarlo para quedarse tranquilo", argumenta.
Según la filósofa María Eugenia Valentié, la mayoría de las generalizaciones son dudosas y tienen un fondo de falsedad. "Es más fácil meter a todos en una misma bolsa que tomarse el trabajo de conocer al otro e individualizar. Si se sabe de dos o tres casos parecidos, se engloba y a otra cosa. Hay una gran pereza intelectual de no buscar el caso contrario y, con esa actitud, se puede caer en una injusticia", considera.
La experta añade que los prejuicios pueden tener también un trasfondo de maldad, de limitación intelectual o de suficiencia. "El ser humano suele considerar que los otros son peores que él, y que es el único que tiene la verdad o que sabe cómo hacer las cosas", señala. (LA GACETA ONLINE)