Al mítico restaurante "El General" lo salvó la autogestión

El “todos unidos triunfaremos” volvió a fallar. Al menos en el ánimo de los empresarios duhaldistas y kirchneristas que, a pesar del éxito de convocatoria, abandonaron el restaurante El General tras insalvables discusiones políticas. En agosto pasado, los socios peronistas dejaron de pagar los salarios y se fueron. Los que sí creyeron en la unidad fueron los trabajadores que, como metáfora de la historia, construyeron un peronismo sin patrón.

Después de tomar el local de la avenida Belgrano en defensa de sus puestos laborales, conformaron una cooperativa y se transformaron en una empresa recuperada. Las mesas del restaurante temático volvieron a recibir comensales: la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, y el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, ya degustaron el bife de chorizo “al parquet” .

Desde que abrió sus puertas en 2005, Carlos Menem, Adolfo Rodríguez Saá, Felipe Solá, Carlos Kunkel, Hilda “Chiche” Duhalde, entre muchos otros dirigentes del gigante invertebrado –como supo calificar John William Cooke al movimiento–, cenaron y bebieron alguna noche bajo la luz de las arañas de El General. Incluso allí, entre banderas del Partido Justicialista, imágenes de Eva Perón y diarios de 1946, nació el grupo anti-K que a principios de 2006 tomó el nombre del restaurante y, reivindicando la ortodoxia peronista, reunió a Francisco de Narváez, Juanjo Álvarez, Jorge Sarghini y Eduardo Camaño.

Hoy, esos nombres ya no suenan en la antigua casona de Belgrano 561. Los diez trabajadores que conforman la Cooperativa de Trabajo El General intentan sacar a flote el lugar, vaciado por sus dueños. “En junio comenzó el desabastecimiento. En agosto ya nos debían seis meses de salarios por un total de 60 mil pesos. Un monto similar era la deuda que tenían con los proveedores”, relata Luis Peralta, flamante presidente de la cooperativa.

Con la misma rapidez con que el restaurante cobró notoriedad entre las filas justicialistas, el gerente Carlos Laterza y sus socios, Jorge Biondo, Javier Puértolas, Segundo Loza y Graciela Álvarez, desaparecieron sin ninguna explicación. Ante ese panorama, los trabajadores decidieron quedarse en sus puestos y defender la fuente laboral. Prácticamente sin insumos y sin cobrar un peso de sueldo, siguieron atendiendo al público.

“Lo más duro –recuerda Walter, enfundado en su traje de mozo– fue Navidad y Año Nuevo. En enero y febrero tampoco vino nadie. Estábamos moribundos, pero jamás muertos”. La dificultad no los separó. Entre todos decidieron que los pocos pesos que ingresaran se repartirían entre los más apretados. “Algunos tenemos hijos; para otros, éste es su único trabajo”, explica bandeja en mano.

A partir del mes pasado, algunos eventos y cenas grandes levantaron los números. El 11 de marzo, Alicia Kirchner y Parrilli organizaron un encuentro para unos cien “compañeros”. El titular de Planificación, Julio de Vido, también eligió el restaurante para otra reunión kirchnerista que se hará esta semana.

Más allá de la ayuda que significan estas comilonas de la militancia K, los trabajadores esperan ansiosos que el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) les otorgue un subsidio. En menos de un mes llegará una orden judicial para desalojar el local.

A los trabajadores de El General los une la convicción de continuar con el emprendimiento gastronómico. Y, aunque aseguran que son “todos peronistas”, buscan que el restaurante sea un espacio que les permita mantener a sus familias, sin bajar las banderas justicialistas. Ni las cortinas(CRÍTICA DIGITAL)