Comienza la cumbre del G-20, con la idea de reforma del FMI
Los líderes mundiales intentarán demostrar en Pittsburgh (noreste de EEUU) que después de rescatar a los bancos y de estabilizar la economía son capaces de enfrentar los males que provocaron la crisis y de responder a los reclamos de millones de nuevos desocupados.
La cumbre del G20 de las principales economías industrializadas y emergentes, será también una oportunidad para que el presidente Barack Obama, en su primera actuación como anfitrión de un gran acontecimiento internacional, demuestre que su prestigio mundial tiene efectos prácticos.
La crisis, que tuvo su paroxismo hace un año con la quiebra del gigante bancario Lehman Brothers, fue frenada con planes de rescate de billones de dólares gracias a los cuales Alemania, Francia, Japón y Brasil salieron de la recesión, en tanto que Estados Unidos y Gran Bretaña se aprestan a hacerlo.
Pero el impulso colectivo dado por las decisiones adoptadas en la última cumbre del G20, a inicios de abril en Londres, parece ahora disiparse, ante la menor presión de los indicadores económicos.
Los temas a tratar serán más una participación mayor de las economías emergentes dentro de los organismos de crédito, limitar las primas de los bancarios, el futuro de los planes de estímulos y buscar políticas para el cambio climatico.
Los emergentes, encabezados por Brasil, China Rusia y China, buscarán acelerar la reforma de los organismos de crédito como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Por otro lado, la otra discusión girará entre los Estados Unidos y Europa por poner limite a los bonos y a los beneficios de los ejecutivos de las entidades financieras, uno de los mayores escándalos durante la crisis.
Las modalidades de esa reforma dividen a estadounidenses y europeos, preocupados por preservar la competitividad de sus respectivos sectores financieros.
"Los supervisores ya han tomado decisiones, que conducirán a un conjunto coherente de medidas, que deberían elevar el nivel de capital de los bancos, en términos de calidad y cantidad", indicó el Consejo de Estabilidad Financiera (CSF), que agrupa a bancos centrales y reguladores de 24 países, tras su reunión del 15 de septiembre en París.
Ahora, en la cumbre del G20 que se abre en Pittsburgh (Estados Unidos), se avecina un debate entre las grandes potencias industrializadas sobre las modalidades de la reforma.
"En este estadio, las proposiciones estadounidenses favorecen a sus bancos y podrían penalizar a los nuestros. Sería el colmo, porque estos últimos no originaron la crisis y les va mejor que a los estadounidenses", dijo recientemente la ministra francesa de Economía, Christine Lagarde, en declaraciones al Journal du Dimanche.
El conflicto se centra en el apalancamiento o "leverage ratio", es decir la relación de los fondos propios al total de activos de un banco, que mide su capacidad para hacer frente a posibles pérdidas en los préstamos concedidos a clientes y otros activos.
Los estadounidenses quieren aumentar el ratio, pero sin tomar en consideración los riesgos tomados por los bancos.
Los europeos, con Alemania y Francia a la cabeza, se oponen a esa propuesta, que consideran injusta y dañina para la competitividad de sus bancos, y quieren que se tomen en cuenta los riesgos.
Algunas voces, desde Estados Unidos, explican que los bancos europeos se oponen porque su nivel de fondos propios es inferior en valor absoluto o en calidad a los de los bancos estadounidenses.
Un argumento que, según un responsable de estudios de un gran banco francés, es de mala fe.
"La idea de que un banco que sólo tiene CDO (activos convertidos en acciones que originaron la crisis financiera, ndlr) o hipotecas ’subprime’ (de alto riego) puede tener un mejor ratio de fondos propios que otro banco que sólo tiene obligaciones de Estado es absurda", asegura.
"Los estadounidenses adoptan esa posición porque sus establecimientos tienen activos más riesgosos (...) que por tanto presentarían ratios de fondos propios menos favorables si aplicaran actualmente un ratio ponderado de riesgos", añade.
A modo de ejemplo, el banco de inversiones Lehman Brothers tenía un nivel de fondos propios relativamente elevado, que sin embargo no evitó hace un año su quiebra, que tendría un efecto devastador en todo el sistema financiero.
Para colmo, a las diferencias entre estadounidenses y europeos se añade que los primeros no incluyen en sus balances buena parte de sus operaciones, que las normas de contabilidad no son las mismas y que unos y otros no consideran como fondos propios los mismos elementos. (ÁMBITO FINANCIERO)