Con la industria en caída libre, el 91% de los empresarios no espera recuperación
Tal como se esperaba, en septiembre la actividad industrial volvió a caer con fuerza: registró un nuevo desplome de 5% en la comparación con agosto, que ya de por sí había sido un mes muy malo. Con un mercado interno deprimido por las crisis cambiarias y sus consecuencias, las exportaciones industriales tampoco aportaron. Hacia fin de año las expectativas no son mucho mejores: el 91,4% de los empresarios no espera una mejora de la demanda interna y el 72,3% no prevé que las exportaciones ayuden.
De esta forma, la actividad manufacturera continúa en caída libre, a la búsqueda de tocar un piso que nunca llega. En comparación con septiembre del año pasado, la contracción fue de 5,1%. La principal explicación para el fenómeno es la fuerte caída del consumo interno, motorizada por la baja en términos reales del salario.
Las devaluaciones, y su conocida consecuencia inflacionaria, lo llevó a una caída real de 6,2% interanual y acumuló otra de 19,1% desde que arrancó la gestión Cambiemos, según el cálculo del Instituto Estadístico de los Trabajadores. De acá a fin de año la expectativa de los especialistas en cuestiones salariales es que no haya mejoras en este sentido, tras el descongelamiento de precios encarado por el Gobierno. Ahí se destacan la suba de 5% en naftas de la semana pasada, la de 12% en prepagas en diciembre e incluso el fin de los Productos Esenciales, que generará incrementos superiores al 10% en alimentos.
A la fortísima caída en el consumo interno se le sumó otro factor, que también es una consecuencia, aunque esta vez de política económica. Se trata de la suba de la tasa de interés. En septiembre llegó a su pico histórico. En octubre no bajó de 68% y en noviembre no bajará de 63%. Si se cumple la proyección de un IPC de 46,6% para los próximos 12 meses, se trata de una tasa real positiva de 11,1%. Desde el sector industrial reclaman que semejantes costos de financiamiento no sólo inhabilitan cualquier posibilidad de inversión productiva sino que además afecta al capital de trabajo.
A los costos de financiamiento se le suma el efecto de la dolarización de las tarifas. La suba de la electricidad superó el 3.000% en los últimos cuatro años y la del gas el 4.000%.
Con todo ese combo, que afecta al mercado interno y a la competitividad en general, la industria cayó en prácticamente todos los sectores. La textil mostró una mejora de 21,1%, aunque cabe destacar que lo hizo contra un septiembre del 2018 de muy baja producción. Alimentos y bebidas siguió registrando un estancamiento relativo, con una suba de 0,2%. Lo cierto es que tanto los sectores que se dedican a abastecer el consumo interno como los que proveen al entramado productivo tuvieron pobres desempeños.
En ese sentido, se observa que no demandaron ni los hogares ni las propias empresas. El bajón en la actividad de la construcción, que mostró una contracción de 8,5% interanual, fue parte de la explicación ya que ese sector suele traccionar a muchas industrias demandándole productos. También la escasa demanda que generaron las automotrices, que a su vez cayeron 16,3%, impactó. Tampoco ayudó la maquinaria agrícola.
Por eso fue que las materias primas de plástico y de caucho sintético cayeron un brutal 45% interanual, las sustancias y productos químicos 12,3%, la siderurgia 11,8%, los productos del metal 9,4% y maquinaria y equipo 8,7%.
Fuente: Diario BAE