MONEDAS & BILLETES
Dinero falso: consejo para no caer en la trampa
Cada vez es más fácil acceder a un sistema de falsificación de dinero. Antes, se necesitaba de la ayuda de una imprenta. Hoy está al alcance de cualquiera.
Jugar a ser un detective a veces excede los límites de lo lúdico. Y en lo que respecta al dinero, seguramente más de uno tome la lupa en mano y se convierta en super agente 86 para no ser engañado con billetes falsos.
Y no es para menos. La realidad es que a diario el Banco Central (BCRA) recibe de las entidades financieras billetes y monedas “dudosas” que son examinados por el organismo, a través de su laboratorio químico, para detectar su falsedad y luego eliminarlos del sistema y denunciarlos ante la Justicia.
De hecho, durante el 2006 el BCRA computó un total de 21.183 billetes falsos –de valores de hasta $100– y a marzo de este año se registraron 4.554. Claro que éste es sólo un registro de los billetes denunciados. En el sistema deben estar circulando unos miles más. Pero lo cierto, para alivio -o decepción- de muchos, es que no hace falta tener a una bella 99 al lado para resolver el delito.
Consultando a los expertos, El Cronista elaboró una guía con algunas recomendaciones para no fallar en la búsqueda.
Cuatro ojos: Aunque existen medidas para que la gente pueda asegurarse de la veracidad del dinero, lo cierto es que constituye una tarea más de prevención que de solución. Si la precaución se toma tarde; malas noticias: ya no hay nada que se pueda hacer, salvo una denuncia ante la policía, pero nadie le devolverá el dinero. Por eso la primera recomendación es estar atentos y observar con “cuatro ojos”.
Monto: Habitualmente –según señalaron técnicos del BCRA– los valores medios, tanto en monedas como en billetes, son los que más se falsifican. De esta manera, es común que las monedas de $0,50 y, en menor medida, las de $1 sean falsas. “La principal razón es que debido al costo del material –una moneda de $0,25 pesa alrededor de 5,4 gr y una de $0,50, 5,8 gr–, los falsificadores recaudan el doble gastando casi lo mismo en la emisión”, explicaron desde la entidad. Lo mismo ocurre con los billetes.
“Los que más se falsifican son los de $20, $50 y $100 porque al ser un valor medio es más sencillo que la gente los obtenga, en cambio, con la convertibilidad, por ejemplo, era menos común ver un billete de $100 circulando”, indicaron.
Forma: Generalmente las monedas y billetes falsos presentan falta de detalles en su diseño. En el caso de las monedas, por ejemplo, el dibujo de la misma no ocupa el centro exacto de la pieza. La serie de pequeños puntos alrededor del borde que se denomina “perlado” presenta puntos deformados o aplastados y también en muchos casos hay imperfecciones en la superficie.
En casos de falsedad, desde el BCRA aseguran que siempre es útil saber algunos detalles de cada moneda. En las falsificaciones de $1, por ejemplo, el centro es de latón, y el anillo puede ser de acero o de latón bañado con níquel (con el cual se obtiene el tono plateado).
A su vez, las falsificaciones hechas con acero son fácilmente reconocibles con un imán, que atrae este material. En cambio, las monedas genuinas no son magnéticas.
En tanto, para detectar la seguridad de billetes, en la esquina superior izquierda existe lo que se llama tinta de variabilidad óptica, sobre el número que indica el valor del papel. Este número se ve verde o azul según el ángulo de observación.
A su vez, en la parte izquierda del anverso del billete está el hilo de seguridad, que consiste en una sucesión de segmentos plateados; al trasluz aparece una banda oscura y continua en la que puede leerse la leyenda “BCRA”, con el número que corresponde al valor del billete. Este hilo se encuentra en los billetes de $10 o más.
Tocar para creer: Todos los billetes poseen la “marca de agua”, que consiste en la imagen de un prócer que se puede observar mirándolo al trasluz. Esta imagen debe reproducir fielmente el retrato del centro del billete. Por ejemplo, en el caso del billete de $100 se observa la cara de Julio A. Roca. La marca se realiza a través de un mecanismo de seguridad –impresión calcográfica– que permite que el retrato del prócer y otras impresiones presenten relieve y que, de esta manera, sean perceptibles al tacto. (EL CRONISTA)
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