El Gobierno de Rusia privatiza un 10 por ciento del banco público VTB
Entre el anuncio de aceleración del proceso de privatizaciones en el sector bancario ruso y las purgas y reestructuraciones en dos de los viejos símbolos heredados de los tiempos de la disuelta Unión Soviética –los servicios secretos y el gigante gasífero Gazprom–, el “modelo” inaugurado por el primer ministro Vladimir Putin empieza a dar señales preocupantes para los dueños del poder político. Las novedades se dan con el telón de fondo de un cronograma electoral que incluye elecciones parlamentarias antes de fin de año y presidenciales a principios de 2012. Y, sobre todo, con el marco de un creciente descontento por la inseguridad y el alza de precios de los productos básicos.
Ayer se supo que la privatización de un 10% del banco VTB –la segunda mayor entidad financiera del país– aportó al Estado ruso un equivalente a 3270 millones de dólares, un monto inesperado y que se explica porque la demanda duplicó a la oferta. El buen resultado entusiasmó a Putin, quien dijo que “vamos por el buen camino”, y se felicitó por la operación, la mayor de este tipo en el país. La participación estatal en el VTB se redujo de un 85,5 al 75,5%. Mientras el gobierno celebraba la privatización, ayer se supo que Sberbank, el principal banco financiero, se prepara para transferir al sector privado el 7% de su capital accionario en la segunda mitad de este mismo año.
En los últimos días quedó en claro que el antigua servicio secreto, la KGB –desde hace diez años llamado Servicio Federal de Seguridad (FSB)– y Gazprom –brazo ejecutor de la política energética– dejaron de ser intocables, uno por la inseguridad reinante y el otro por la crisis. Los directivos de ambos símbolos fueron severamente amonestados. Por primera vez, el FSB anunció la destitución de varios altos funcionarios debido a las fallas registradas en la seguridad de las redes de transporte, que el 24 de enero pasado permitieron la ejecución de un cruento atentado en Domodédovo, el mayor aeropuerto del país. Por ahora fueron remplazados cuadros intermedios, pero el FSB admitió que varios generales de cuerpo fueron amonestados por el Kremlin.
Con la cabeza puesta en las parlamentarias de fin de año, apenas producido el atentado, el presidente Dmitri Medvédev había dicho que “si se repiten las fallas en la seguridad rodarán cabezas”.
Esta semana Medvédev realizó una visita a la estación de trenes de Kievskaya, donde no encontró a ningún policía patrullando. Los agentes del FSB “no deben pasear y tomar el té”, señaló. El presidente recordó que la coordinación de las medidas de seguridad en las redes de transporte es responsabilidad del Servicio Federal, un cuerpo que cuenta con el respaldo de Putin. “¿Dónde está la policía?, aquí no hay nadie, no aprendimos nada ni del más trágico de los sucesos, si el jefe de una estructura estatal no es capaz de tomar decisiones habrá que relevarlo”, dijo enfurecido Medvédev.
Esta semana también pareció que se acabaron los tiempos en los que Gazprom, el buque insignia de las corporaciones estatales rusas, gestionaba los recursos energéticos a su antojo. “Gazprom antepone sus intereses a los de la industria, lo que es un freno para la economía”, aseguró Putin, devolviendo las flores arrojadas por Medvédev. El presidente es defensor del gigante del gas.
Acosado por las críticas por el aumento de precios de los productos y los servicios básicos, Putin acusó a Gazprom de frenar el desarrollo de la economía por negarse a modernizar sus gasoductos. Al criticar la gestión del FSB y Gazprom, los dirigentes rusos se hacen eco de la opinión pública rusa, harta por los abusos policiales, la falta de reformas y el alto costo de la vida.
(Tiempo Argentino)