OIT | INFORME
El trabajo precario afecta más a los jóvenes de las ciudades
Parece una contradicción, pero no lo es. Los jóvenes urbanos son verdaderos privilegiados frente a sus pares de ámbitos rurales: todos los indicadores de desarrollo los designan como los "mimados" del sistema dentro del segmento 15/24 años.
Sin embargo, al momento de insertar esos datos en el marco de la población general y comparar su situación con la de grupos etarios el panorama cambia hasta estrellarlos en el extremo opuesto: un informe de la Organización Internacional del Trabajo sobre Juventud y Trabajo Decente los describe como el segmento más postergado y los designa como las principales víctimas del trabajo precario.
Lo afirma un diagnóstico basado en datos oficiales del Ministerio de Trabajo y el INDEC: los jóvenes urbanos son los más pobres y vulnerables y quienes más sufren el desempleo y el empleo informal. Al cortar por edad, son el segmento que más padece el trabajo "en negro" y el que menos acceso tiene a la protección legal y a la seguridad social.
Hablamos de 6.427.000 argentinos de entre 15 y 24 años (el 17,9% de la población residente en áreas urbanas), de la generación que en apenas un puñado de años tendrá en sus manos la tarea de encarnar la pujanza del país. ¿Con qué herramientas y recursos asumirán esa responsabilidad a la luz de este presente tan poco esperanzador?
Los datos preocupan:
El 31% de las personas que viven en aglomerados urbanos son pobres, pero al ajustar la mira sobre los jóvenes ese porcentaje crece a 36 (y entre los adolescentes -15 a 19 años- trepa a 42%). A su vez, más de la mitad de los que tienen entre 15 y 24 años son considerados técnicamente "vulnerables" (viven en hogares cuyo ingreso apenas supera hasta un 25% la línea de pobreza).
"Los jóvenes constituyen un grupo poblacional con serios problemas de inserción en el mercado laboral", sostiene el informe. La tasa de desempleo juvenil es 2,5 veces mayor a la del total de la población y supera 3,5 veces la de los adultos de 25 a 59 años: 1 de cada 4 jóvenes no tiene trabajo y al resto no le va mucho mejor: "La mayoría salta de empleo en empleo y son pocos los que conocen la protección legal y la seguridad social". Apenas 3 de cada 10 tienen trabajo en blanco y, por lo tanto, acceden a los derechos que la "formalidad" reconoce. Por eso, su inserción laboral es mucho más "inestable".
Claro que el nivel de educación influye: entre los egresados universitarios el desempleo es mucho menor que entre los que sólo terminaron el secundario; y, a su vez, estos últimos tienen más posibilidades de conseguir trabajo que quienes dejaron el aula a medio camino. Lo mismo ocurre con el sector al que pertenecen: la falta de trabajo golpea más a la base de la pirámide social.
En lo que hace a la educación, si bien la escolarización es "relativamente amplia" entre los adolescentes, es "minoritaria" entre los jóvenes adultos. Entre los que tienen entre 20 y 24 años, el 60% está fuera del sistema educativo. Y apenas el 22% puede dedicarse de lleno a estudiar un oficio o una carrera. Los demás trabajan para financiar sus estudios.
Pero no sólo los datos cuantitativos describen la situación que atraviesa la juventud actual. Los autores del informe mencionan "actitudes de apatía, crisis de participación, marcado individualismo y falta de credibilidad en las organizaciones y en la eficacia de la acción colectiva".
Son fenómenos que los investigadores asocian a "los procesos de desinstitucionalización, desocialización y despolitización", que "pueden terminar impulsándolos a un abandono a priori de la ciudadanía", advierten.
El informe de la OIT explica que los mecanismos históricos de inclusión laboral y social están en crisis. Y plantea que los pasos que tradicionalmente configuraban el camino de la juventud a la adultez (la educación, el trabajo y la partida del hogar de origen) tienen cada vez menos adhesión, o menos vigencia, y que los trayectos son otros. ¿Cuáles? Esa es la incógnita a develar, la gran incertidumbre. (IECO)