Estonia, nueva economía que se incorpora al euro en 2011

Las turbulencias e incertidumbres que afectan al euro en las últimas semanas, debido a los rescates sufridos por las economías de Grecia e Irlanda y los problemas para acceder a financiación en los mercados como el caso de España no han impedido que el Gobierno de Estonia, con sede en la capital Tallin, mantenga su determinación de formar parte de la moneda única europea.

El año 2011 arrancará con un nuevo país que formará parte de la unión económica europea y que dejará su moneda propia para embarcarse en el euro.

El Estado báltico, antigua república soviética, adoptará la moneda única y se convertirá en el decimoséptimo miembro de la Unión Europea a adaptar su economía a las exigencias del Banco Central Europeo (BCE), máximo regulador de las políticas económicas y del euro.

Su incorporación se producirá al tiempo que analistas internacionales y agencias de calificación de riesgos de deuda advierten que el año próximo se sucederán nuevos episodios de países que necesitarán refinanciar sus endeudadas economías acudiendo al Fondo Europeo de Estabilización Financiera.

Conscientes de estas turbulencias, los 1,3 millones de ciudadanos estonios no están todos a favor de entrar en la disciplina monetaria del euro.

Según encuestas independientes publicadas en el país báltico, el 52% de los estonios no comparten el entusiasmo de sus gobernantes a la hora de incorporarse a la moneda única.

"Los ciudadanos están inquietos y preocupados de ver los precios subir con la entrada en el euro para equipararse al resto de socios comunitarios", asegura al diario francés Le Figaro Maris Lauri, economista jefe del banco estonio Swedbank.

Los opositores al euro, y defensores de la moneda local (la corona estonia) que fue el símbolo de su independencia de la Unión Soviética el año 1992 que sustituyó al rublo impuesto por Moscú, echan de menos cuando la moneda local se alió en 1999 con el todopoderoso marco alemán. En opinión del primer ministro de centro derecha, Andrud Ansip, la adopción del euro no es más que "la conclusión lógica de un largo proceso, después de alcanzar la independencia de Rusia como país en 1991 y de entrar en la Unión Europea en 2004", afirma a la prensa local.

A diferencia de su vecina Lituania, la economía de Estonia se ajusta a todas las exigencias que marca el Tratado de Maastricht y las autoridades comunitarias de Bruselas para entrar en el euro.

El déficit público no superó el 1,7% del Producto Interior Bruto (PIB) en 2009 (3% como máximo exigido por Maastricht) y una deuda pública que alcanza sólo el 7,2%, muy por debajo del límite del 60% que marca Bruselas (España está en el 57%).

La pequeña economía del país báltico cumple perfectamente con estas exigencias ante los grandes países europeos, fuertemente endeudados y con grandes niveles de deuda pública.

Sin embargo, una de las deficiencias de la economía estona es que sus habitantes están entre los más pobres de la UE: 10.350 euros de PIB por habitante.

Analistas atribuyen el crecimiento al sector industrial que logró aumentar en un 10% su valor añadido gracias al fomento de las exportaciones de las industrias de transformación y de la energía eléctrica.

Las exportaciones de material eléctrico e industrial, claves de su economía

Su nivel de desempleo alcanza el 14% de la población activa y su economía está basada en las exportaciones, que han aumentado el 40% el mes pasado, sobre todo hacia Suecia donde exporta materiales eléctricos y componentes para equipos electrónicos para el hogar.

El PIB de Estonia aumentó el 5,5% en el tercer trimestre de este año y las previsiones del Gobierno es que en 2011 la economía crezca un 4,5% (2,5% de crecimiento en 2010).

Tras estas cifras, el Gobierno intentará transmitir a sus ciudadanos que el país está protegido en cierta forma de la marea de lentitud en la recuperación económica que padecen los grandes y clásicos países fundadores de la actual Unión Europea.

El próximo país candidato a incorporarse al euro es Polonia, único en Europa que ha escapado a la fuerte crisis económica, que prevé hacerlo como mínimo en 2015.

(La Vanguardia)