LABORAL | VALES DE COMIDA
Ganadores y perdedores en el debate sobre los tickets
La semana pasada se vivió una intensa polémica en torno a la validez, conveniencia o perdurabilidad del sistema de tickets, donde opinaron centrales empresarias, se escucharon voces parlamentarias y se publicaron largas solicitadas sin que el gran público entendiera bien qué se está discutiendo. ¿Pugnas políticas, económicas? ¿Cuál era la dimensión real del cambio planteado y quienes saldrían perjudicados?
La incorporación de los tickets al salario, una propuesta legislativa del oficialismo, a cargo del diputado Héctor Recalde, representa un beneficio para el trabajador. Y para los comerciantes también.
Representantes del sector privado y otros legisladores opinan lo contrario. El radical Fernando Chironi, por ejemplo, acusó en el debate al oficialismo de "evitar la responsabilidad política". Se refería a las contradicciones con el pasado, porque el mismo bloque que impulsó la derogación del ticket canasta, votó la ley que lo sustentó en la década del noventa durante la administración de Carlos Menem.
La Unión Industrial Argentina rechazó la iniciativa oficial. Y manifestó su preocupación por este tipo de cambios porque "los vales alimentarios están protegidos por una legalidad que hoy es indiscutible".
La Cámara Argentina de Comercio (CAC) cuestionó en la misma línea que la UIA, porque considera que las cargas sociales y los impuestos al trabajo son altos en el país. Y, a través del sistema de tickets se venía atenuando el pago de cargas sociales. "No se evade, se blanquea y se dan algunos beneficios pagando menos cargas", indicó el dirigente Carlos de la Vega.
Sin embargo, los defensores del proyecto oficial sostienen que al formar parte del salario, el valor del ticket tiene todos los beneficios laborales y de la Seguridad Social de los que hoy carecen. Por ejemplo, el aguinaldo, las vacaciones, la horas extras, las eventuales indemnizaciones por accidentes de trabajo y por despido.
Todo eso redunda en un mayor ingreso de bolsillo y protección del trabajador, tanto en su vida activa como pasiva. Al mismo tiempo, el valor del vale se incorpora al salario con un plus para que el ingreso de bolsillo, luego de los descuentos sociales, no tenga ninguna merma.
La iniciativa, del mismo modo, también evita que el trabajador que necesita de liquidez o de dinero en efectivo para afrontar sus gastos mensuales tenga que salir a vender los tickets, con el consiguiente pago de una comisión a un intermediario que lucra así por el simple hecho de que el trabajador no cobra esa parte del sueldo en efectivo.
Los comerciantes se benefician por partida doble. Por las compras con ticket, los puntos de venta tienen un descuento que corresponde a la comisión de la compañía emisora de los vales.
Esa comisión desaparece, mejorando los ingresos del comercio Y tampoco existe la distinción entre comercios que aceptan tickets y los que no los aceptan, colocando así a todos -en especial al pequeño comercio que no cuenta con estructura para aceptar ese tipo de papeles- en un pie de igualdad frente al trabajador-consumidor.
La eliminación de la intermediación financiera del ticket resulta un dato positivo porque baja costos y coloca un freno para que esas comisiones o parte de ellas se transfieran al exterior, o se mantengan en el circuito financiero.
La experiencia demuestra que el vale o ticket es una "construcción artificiosa", que lucra con el salario o con la merma del salario y con los ingresos más el achicamiento de los ingresos de los comercios, "obligados" a aceptar esos tickets para no perder ventas.
Al margen de las sospechas de sobornos que involucraron a personas del sector, el principal beneficiario del pase del ticket al salario es el mercado interno de consumo. Esto no entraría en colisión con la estrategia económica del Gobierno. (CLARÍN)