Gobierno entrampado entre la paritaria y la meta del Central
Ya decantada la polvareda que levantó la conferencia del 28 de diciembre pasado, el haber recalibrado las metas de inflación puede interpretarse ahora como un "quemar las naves". Es que visto el accionar del Gobierno desde ese día, escándalos varios mediante, y los recientes anuncios de ajustes en el Estado, está claro que la meta de inflación del 15% para este año, es lo único innegociable.
Más allá de si la histórica expresión perteneció al conquistador español Hernán Cortés o al gran Alejandro Magno (en realidad, el líder macedonio mandó quemar el campamento), el haber decidido adecuar las metas del Gobierno a las expectativas inflacionarias del mercado (cuando debería ser al revés, o sea, es el Banco Central quien guía las expectativas de la gente), implicó, en aras de proteger la credibilidad e independencia del ente monetario, que el resto de las variables críticas (tipo de cambio, salarios, tarifas) deben moverse en función del nuevo objetivo del 15% anual. Cabe aclarar que la nueva meta se refiere a la inflación general y punta a punta, o sea, diciembre 2018 vs. diciembre 2017, dado que se sepultaron los rangos. Pero además el BCRA arma toda su artillería operativa con la mira puesta en la inflación núcleo, es decir, la subyacente que excluye los precios estacionales y regulados. De ahí el comportamiento, cauto, que asumió el BCRA, a pesar de haberse recalibrado las metas inflacionarias. Ocurre que, por el momento, la dinámica de la inflación núcleo no permite ser muy optimista en función de la meta. Desde el BCRA explicaron recientemente que el primer semestre del año, cargado de varios ajustes tarifarios, tendrá un sesgo inflacionario por encima de los objetivos, y que en el segundo semestre, con muchos menos ajustes programados, debería sufrir una fuerte caída de los datos inflacionarios. Hoy la inflación navega a una velocidad crucero de más del 20% anual, por lo cual en el segundo semestre la baja deberá ser abrupta para alcanzar el 15%.
De ahí que el Gobierno lanza estas señales de ajustes en la administración central, sobre todo, en las áreas políticas. Se trata de trazar el sendero del 15%. Dado que el BCRA quedó con menos margen de maniobra, el Gobierno debe, sí o sí, convencer sin tapujos que todos se orienten hacia ese 15%.
Si bien ayer el propio presidente Macri señaló que la otrora no negociable cláusula gatillo ahora volvía al menú de las paritarias. Pero en lo que están pensando es en un esquema que si no incluye "gatillo", contempla un futuro reconocimiento implícito, al estilo de un bono compensatorio de fin de año. Se trata lisa y llanamente de una válvula de escape para ambas partes. En esta línea se encuadrarían las negociaciones de gremios menos combativos.
En las esferas oficiales saben que, más allá de los Moyano y otros duros, lo que se viene como plato principal son estatales y bancarios. "Serán las paritarias más agresivas", reconoció un miembro del equipo económico a este diario. Claro que los límites de la cancha son diferentes. En el caso de los estatales, que experimentan recortes de plantilla y contratados, el congelamiento de salarios de la cúpula de la burocracia estatal, reducción de cargos políticos más el efecto Triaca (renuncia de familiares). Pero en el caso de la Bancaria, está en juego la caja sindical. Es que la eliminación del aporte voluntario extra al gremio le significa una caída millonaria de fondos anuales. Según datos privados, el gremio bancario recibe $1.900 millones anuales, entre los cuales está el aporte voluntario que representa la mitad ($80 millones mensuales) y el resto es un aporte extra para la obra social que fue otorgado durante el kirchnerismo, que está cuestionado.
El Estado debe marcar el camino y dar el ejemplo si quiere que el resto comulgue la pauta del 15%. Siempre puede haber algún desvío, pero dado el desfase acumulado en el primer bienio, no dispone de mucho radio de acción. La receta oficial no innova. Recurre básicamente a congelar vacantes, eliminar cargos políticos, y contener la masa salarial (ver más en págs. 10 y 11). Es un comienzo. Quizás tardío. Que en realidad significa, en muchos casos, volver a foja cero tras el aumento de ministerios al asumir en 2015. El BCRA comenzó la tarea de bajar las tasas como quería gran parte del Gobierno y cámaras empresariales. Pero la inflación aún no está dominada, bajó decibeles respecto del año pasado, pero no está para nada bajo control.
En este contexto será clave monitorear el próximo Relevamiento de Expectativas de Mercado del BCRA (REM) para evaluar cómo tomó el consenso pleno de analistas el cambio de metas y cómo afectaron sus expectativas de cara a los próximos meses. Habrá que observar si la tendencia a la que aspiran el BCRA y el Gobierno guarda relación con lo que vislumbra el mercado a la hora de tomar decisiones de inversión.
Fuente: Ámbito