HOY A LAS 15 HORAS

Kirchner le entrega el bastón de mando a Cristina

Cristina Fernández de Kirchner se convertirá oficialmente hoy en la primera presidenta elegida para ese cargo por el voto popular en la Argentina. Asumirá frente a la Asamblea Legislativa a las 15 y después les tomará juramento a los ministros que integrarán su gabinete.

No es difícil imaginar que, más allá de lo que implica para cualquier dirigente político acceder a la Primera Magistratura, el evento de hoy tendrá para ella una carga emotiva especial: será su marido, Néstor Kirchner, el Presidente saliente, quien le entregue los atributos de mando.

La postal, probablemente inédita a nivel mundial, es una suerte de punto culminante para esa sociedad político-marital, que funcionó como un engranaje aceitado en las últimas dos décadas.

El Gobierno dispuso asueto administrativo para hoy, a partir del mediodía. La medida alcanza a la administración pública nacional, a organismos descentralizados y a la provincia de Buenos Aires.

Después de jurar como Presidenta, Cristina se dirigirá a los legisladores para detallar los lineamientos de su plan de gobierno. También en el Congreso se llevará a cabo el saludo de los presidentes visitantes y delegaciones extranjeras, que empezaron a llegar ayer a Buenos Aires para participar del acto de asunción.

Por cierto, con el recambio de un tercio del Senado y la mitad de Diputados la Presidenta convivirá, en los primeros dos años de su gestión, con un Congreso en el que tendrá mayorías holgadas.

Esta realidad, que suele ser criticada por la oposición, puede tener su lado bueno: el próximo Gobierno no podrá decir que no tiene allanado el camino legislativo para encarar las reformas institucionales que prometió en la campaña.

Tampoco tendrá grandes opositores en las provincias. El mapa político que quedó configurado en octubre muestra mayoría de gobernadores peronistas, junto a radicales K -esto es, aliados al Gobierno- y sólo algunos distritos gobernados por referentes de otros partidos, quienes desde antes de asumir vienen mostrando una notable vocación dialoguista con el poder central.

Cristina Fernández fue elegida presidenta el 28 de octubre pasado, con poco más del 45 por ciento de los votos y en primera vuelta, sin necesidad de ballottage. Es más del doble de los que sacó su marido hace cuatro años. Fue la candidata del Frente para la Victoria, la herramienta electoral patentada por Kirchner que incluyó a casi todo el PJ, radicales disidentes y demás fuerzas.

Ese esquema arrojó otro dato para destacar, que se ha visto poco en la historia reciente: el nuevo vicepresidente es de origen radical, conformando un binomio bipartidario. El mendocino Julio Cobos, en efecto, reemplazará desde hoy a Daniel Scioli, quien esta noche asume como gobernador bonaerense en La Plata.

En público y en privado, Cristina suele decir que no le gusta que la llamen por el apellido de casada. Sin embargo, en sus boletas electorales de octubre pasado figuró un inmenso Kirchner sobre su nombre de soltera.

Fue el sinceramiento de lo que vendrá: Cristina se propuso como la continuidad del proyecto que implementa su esposo a nivel nacional desde 2003 y, en todo caso, como la oportunidad para culminar algunas cuestiones que inició Kirchner. Tal vez la demanda social más fuerte que encuentre sea la de solucionar el problema de la inseguridad, un flagelo nacional.

El gabinete que la acompañará desde hoy refleja claramente esa idea continuista: seguirán estando los ministros clave que trabajaron con Kirchner -Alberto y Aníbal Fernández, Jorge Taiana, Julio De Vido, entre otros- y sólo cambiarán algunas caras.

Más allá de que Martín Lousteau haya sido una sorpresa en el Palacio de Hacienda, en el kirchnerismo ya avisaron que los trazos gruesos de la economía, los llamados pilares del modelo, serán los mismos: crecimiento sostenido, superávit fiscal, alto nivel de reservas. Claro, también está pendiente un acuerdo con el Club de París para refinanciar la deuda con los países que lo integran.

Acaso se evidencien algunos cambios en materia de política exterior, por la vocación de la Presidenta entrante a valorar más ese ítem que su antecesor. (IECO)