La industria textil, entre la reconversión y la crisis
"En los dos meses previos a la pandemia hubo cambios importantes, en lo que respeta a algo determinante para nosotros como la tasa para cambiar cheques en los bancos, que pasó del 90 al 17 por ciento, y en el congelamiento tarifario, que de representar el uno por ciento de la facturación de mi empresa en 2015 había llagado al 12 por ciento. Y cambió la expectativa, empezaron a traerme propuestas, diseños, colecciones. No podía creer que habíamos empezado a llenar de nuevo de pedidos a la fábrica. Pero nos cayó esto, totalmente incontrolable desde el punto de vista económico, político y social".
Quien habla es Damián Regalini, director de la firma Canontex SRL y gerente de una segunda Pyme textil, además de presidir la Cámara Argentina de Fabricantes de Medias y ser vocal de la Fundación Pro-Tejer. Su caso representa lo que sucedió con parte de las 15.000 empresas registradas del rubro textil, que el 20 marzo debieron parar su producción por considerarse no esenciales, luego de transitar años muy delicados. Sucede que lo que en cualquier dinámica empresarial significaría un cimbronazo, pues las empresas deben continuar con el pago de gran parte de sus cargas impositivas y están impedidas de despedir personal, en el rubro textil tuvo una gravedad mayor, por su alto índice de informalidad y por haber sido una de los más damnificadas por las políticas instrumentadas durante los últimos años.
De hecho, desde Pro-Tejer señalan que, además de no estar registradas en un 75 por ciento, las empresas textiles, que en un 95 por ciento son Pymes, sufrieron en los últimos cuatro años una caída de su nivel de actividad del orden del 30 por ciento, perdiendo cerca de 23 mil puestos de trabajo.
Así, el panorama no podía ser más adverso para que este rubro enfrentara la actual pandemia, en el que los créditos o subsidios públicos, o la reconversión hacia la producción sanitaria, están actuando como un verdadero salvavidas en medio de la tormenta, para quienes pueden instrumentarlos. Si bien no hay cifras específicas sobre el rubro, fuentes gremiales empresarias afirmaron a BAE que hasta el momento se ejecutaron cerca de la mitad de los 500.000 subsidios Asistencia de Emergencia a la Producción y el Trabajo ( ATP) solicitados, no más del 25 por ciento de los 91.000 millones pesos que el Fondo de Garantía Argentino (Fogar) acordó con los bancos.
Regalini instrumentó ambas cuestiones, pues reconvirtió su fábrica para la confección de barbijos, y paralelamente recibió una ayuda estatal que califica como "buena y rápida, sobre todo teniendo en cuenta las limitaciones públicas actuales y la situación de otros países". Aun así, señala las iniciales dificultades para obtener el crédito MiPyMEs a tasa del 24 por ciento, pues afirma que "los bancos veían nuestros balances de los últimos años en donde a todos nos había ido pésimo, y no les importaba la regulación del Banco Central para otorgar los créditos subsidiados, queriéndote incluso vender créditos hipotecarios. Esto también se dio desde la banca cooperativa, que llama socios a los clientes, pero al instante cortó el descubierto. Sin embargo, el esfuerzo posterior del Estado por lograr la garantía Fogar con recursos del Tesoro fue clave, y luego recibimos también el ATP".
Por su parte, Marcelo Siddig, cuya empresa Freenep S.R.L. de Chacarita producía ropa a pedido de tiendas, supermercados y retails, pudo reabrir luego de un mes porque comenzó a cortar barbijos y camisolines para otra empresa, pero se quedó con toda la producción de febrero y marzo sin entregar, además de que los pedidos de marzo bajaron 50 por ciento y fueron nulos en abril.
De todas formas, también él logró pagar parte de los salarios de sus 12 empleados mediante el programa ATP, aunque todavía no tuvo respuesta para el período de mayo. En relación al crédito Fogar que, también solicitó en marzo, pudo lograr un crédito del Credicoop, "aunque después de mucho insistir", para los empleados bajo nomina en ese banco, pero no así de los que se encontraban en el Superville, por lo que, señala, "ya decidí que cuando esto se normalice me voy a pasar a un banco público".
Ambos tienen a su favor tener una empresa regularizada ante la AFIP, aunque en una situación como la actual, nadie tiene asegurado el futuro. De hecho, Regalini afirma que la cadena de pagos ya está cortada, pues en su rubro "las lencerías no van a poder levantar los cheques que se dieron por las entregas, y muchos de esos cheques fueron dados a proveedores de hilados, en una cantidad como para empapelar una provincia, por lo que hay que instrumentar medidas para se financie ese agujero negro".
De igual forma opina Rodolfo Liberman, titular de la tintorería industrial de tejidos de punto Tikvatex S.A. que emplea a 140 operarios, quien señala que la ayuda oficial que están recibiendo "deberá continuar, al menos todo el año, porque es incierto el país y el mundo que quedarán después de la cuarentena". Liberman sostiene que sus ventas quedaron en cero a partir de marzo, cuando además cerraron completamente, y que si no hubiese sido por la ayuda estatal, a través de los préstamos al 24 por ciento y luego el ATP, "no estaríamos contando el cuento".
Por Julián Blejmar
Fuente: BAE Negocios