Europa bajo cenizas: vuelven los vuelos, pero se frena la industria
A siete días de desatada la crisis aérea en Europa por la erupción del volcán islandés Eyjafjalla, el tráfico aéreo comienza a normalizarse con la apertura parcial de Frankfurt, Charles de Gaulle en París y Heathrow en Londres. Sin embargo, las pérdidas económicas ya se sienten en la industria y el comercio
La automotriz alemana BMW anunció que, por la falta de provisión de algunas piezas, deberá parar la producción de sus plantas en Munich y en Regenburg. La japonesa Nissan atraviesa la misma situación, porque no le llegan sensores y autocomponentes desde Irlanda. En tanto, las electrónicas LG y Samsung decidieron reducir en un 20% su producción.
Los mercados de bienes perecederos, como el de las flores (que viajan sí o sí por avión), son los más damnificados, como también el comercio de medicamentos, y repuestos informáticos, informaba el diario Süddeutsche Zeitung.
En tanto, la controversia entre la autoridad que regula los vuelos Eurocontrol y las compañías aéreas está instalada. “Una nube de cenizas que no se ve, no puede ser tan peligrosa”, declaro al diario Frankfurter Allgemaine el jefe de pilotos de Lufthansa, Werner Knorr. “La nube está, aunque no la veamos”, le respondieron desde el Centro Aleman para el aire y el tráfico aéreo.
Algunos medios alemanes, como el sensacionalista Bild, titulan: “Caos y cenizas. Ahora viene el fin del mundo que anunciaron los profetas”. Y otros más moderados como Die Welt, hablan de “El volcán que no da paz”.
Lo que los europeos temen, es que tras la erupción del Eyjafjalla, venga la del Katla, la “hermana furiosa” según la mitología Islandesa, un volcán de mayor tamaño que suele activarse cuando lo hace su hermana menor. La última vez que lo hizo, en 1783, dejó a Europa durante un año sin verano. Mala noticia para los 300 mil islandeses que podrían tener que llegar a evacuar la isla.
Por lo pronto, las autoridades informan que la nube de cenizas no es peligrosa para la salud humana, y en cuanto al medioambiente, sus consecuencias resultan hoy impredecibles. Algunos científicos sostienen que podría tener un efecto benéfico al enfriar la atmósfera de la tierra y contrarrestar de este modo el calentamiento global. (EL CRONISTA)