Musimundo rearma su estrategia comercial como consecuencia de la piratería de música en Internet
Musimundo reformula su negocio para poder hacerle frente a la piratería, a las descargas de música digital y a la caída del consumo. La reestructuración empezó en enero para reducir los costos fijos. Este año la empresa cerró dos locales claves: el de la la avenida Santa Fe casi Callao (su nave insignia, en el ex cine Capitolio) y el del shopping Alto Palermo. Musimundo negó tener problemas financieros pero la reducción es real. En 1998 llegó a tener 143 sucursales; 55 en 2003 y hoy, 48 en todo el país. Consultada por Crítica de la Argentina, la firma aclaró que “el objetivo es rentabilizar la empresa mediante la optimización de metros cuadrados y el mix de oferta de productos”. Desde 2010 venderá un 50% de mercadería online y otro 50% en sus tiendas.
Los proveedores más chicos comenzaron a quejarse por las “exageradas” demoras en los pagos en los últimos días. Los más grandes, en cambio, no sufren ese inconveniente porque cobran por adelantado. Si no está el depósito bancario hecho antes de que la mercadería llegue a destino, no se la entregan. Este acuerdo entre Musimundo y los distribuidores se selló en 2003. En aquel momento, la empresa –que pertenecía al Exxel Group– se había presentado en convocatoria de acreedores y les debía más de nueve millones de dólares a las cinco principales discográficas, sus mayores proveedoras.
“Se logró revitalizar a la empresa haciéndola quintuplicar su facturación desde 2002. En su último ejercicio fiscal, no tiene deudas financieras”, explicaron desde la firma.
Los avatares de la crisis global se sumaron a la proliferación de discos piratas y al boom de descargas de música online. Musimundo comenzó a tambalearse y por eso ahora se achica al ritmo de la caída del consumo.
Los directivos de la firma del fondo de inversión Pegasus –dueño además de Aroma, Freddo y Farmacity– trabajan a contrarreloj para mantenerla a flote. Sus dueños no quieren venderla, pero tampoco quieren que pierda dinero. Pero la compañía está golpeada. Ya fue rescatada una vez de las garras de Juan Navarro, el empresario menemista que en los 90 llegó a controlar un conglomerado de empresas que facturaban por año más de 3.900 millones de dólares.
Ejecutivos de algunas empresas competidoras admitieron a este diario que “es una época difícil para estar en crisis”. Sin embargo, ninguno de los consultados por este diario cree que Musimundo deje de operar. “Tienen la mayor parte del mercado, junto con el Grupo Ilhsa (Yenny-El Ateneo). No van a dejar que se caiga”, opinó el gerente general de una cadena de artículos informáticos.
La empresa nació como una cadena de disquerías en 1982, pero las ventas ilegales y la digitalización de la industria la obligaron a diversificarse. En los últimos cinco años sumó libros, películas, accesorios, merchandising y artículos de electrónica e informática a su original oferta de CD para subsistir en un mercado que simplemente dejó de comprar discos. Desde 2007, las ventas de música en el país cayeron a la mitad. Entre enero y septiembre se comercializaron 9,4 millones de CD, un 22,2% menos que en el mismo período de 2008. Según datos de Capif, que agrupa a los sellos discográficos, en los últimos tres años las disquerías dejaron de ganar 315 millones de pesos.
El 60% de la música es ilegal
El 60% de la música que circula en el país proviene de la piratería, y la industria discográfica pierde 1.200 millones de pesos anuales por esas ventas ilegales. Así lo midió la cámara que reúne a los sellos discográficos argentinos (CAPIF). En diez años, la venta de CD cayó de 24 a 16 millones de unidades por este motivo. Para combatir la venta pirata de discos grabados por particulares y también las descargas no legales desde sitios clandestinos en internet, CAPIF organizó un evento –inspirado en el Record Store Day de los Estados Unidos– para vender discos con descuentos de hasta el 20% en Capital. La iniciativa, que tuvo su primera edición el jueves pasado, fue bautizada “La noche de las disquerías”. Las cadenas comerciales del rubro y las disquerías céntricas sextuplicaron sus ventas en pocas horas.
Notorious reabrió con nuevo dueño
El negocio de las pequeñas disquerías porteñas también está mutando. La semana pasada reabrió Notorious, el local de Callao al 900 que promocionó el jazz e introdujo discos inéditos de ese género en Buenos Aires. Notorious, que nació como una disquería y cerró en julio pasado por el derrumbe comercial de ventas en la industria local, fue comprada por Víctor Ponieman, dueño de la discográfica Random Records. Según el nuevo propietario, ahora el negocio estará enfocado en la promoción de artistas, en la presentación en vivo de bandas y en la edición de discos. Algunas de las 120 disquerías que hay en Capital comenzaron a instalar mesas para tomar café o barras para beber alcohol. Los dueños de otros de esos comercios ahora venden merchandising de bandas locales e internacionales, libros y películas en DVD.(CRÍTICA DIGITAL)